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El Louvre presenta una exposición sobre su influencia en Estados Unidos

La muestra contiene obras de artistas contemporáneos y de los tres últimos siglos

Los artistas americanos y el Louvre es el título de la exposición que ahora se abre en el gran museo parisiense y que podrá visitarse hasta el próximo 18 de septiembre. Se trata de reconstruir la influencia que el museo ha tenido sobre la creación de un imaginario artístico, de una iconografía, unos nombres, unos temas y unas técnicas, capaces de dotar de independencia y autonomía a la creación plástica estadounidense al tiempo que inscribirla en la continuidad de una tradición. La muestra contiene diversas creaciones de artistas de los tres últimos siglos.

Entre 1760 y 1860, más de una generación de pintores americanos acude a París para descubrir los grandes modelos y también para postular a exponer en las paredes del mayor museo del mundo. John Vanderlyn es el primero en conseguirlo, en 1800. En esa época el pintor David le preguntaba: "¿Por qué todos los buenos pintores de Londres son americanos?". Otros, como Benjamín West, Rembrandt Peale o George Catlin -Beaudelaire escribió sobre éste último páginas muy elogiosas- también consiguieron ganarse un prestigio.

A partir de un cierto momento -1860- los caminos comienzan a separarse o a avanzar en paralelo, con bases comunes pero con destinos distintos. Ahí están James M. C. Neil Whistler, Thomas Eakins, John Singer Sargent, Thomas Hart Benton o Edward Hooper, todos ellos peregrinos hasta el Louvre en un momento de sus vidas, todos ellos impresionados por París y su vitalidad como capital cultural y todos ellos capaces de crearse luego una manera personal -¿y americana?- de mirar y plasmar el mundo.

Una de las grandes obras de la muestra es Gallery of Louvre, una tela de Samuel Morse realizada entre 1831 y 1833, en la que se presenta el museo como un centro de enseñanza, con una mujer que aprende a dibujar o pintar copiando a los clásicos, una familia que se pasea y parece comentar lo que cuentan las telas colgadas de las paredes o en la que se sorprende en animada conversación artística a James Fenimore Cooper, su esposa y su hija. Murillo, Da Vinci, Velázquez, Veronese, La Tour, Wateau y otras grandes figuras aparecen homenajeadas en la tela, que propone una distribución imaginaria de las pinturas que almacenaba el Louvre. Y no sólo la distribución corresponde a la conveniencia de Morse, sino también los tamaños de los cuadros, que en su comparación revelan unas proporciones que nada tienen que ver con las reales. La pintura de Morse no fue bien acogida en los EE UU y quien sabe si gracias a eso el mundo perdió un pintor pero ganó el inventor del alfabeto telegráfico que lleva el apellido del artista.

Para probar que la relación entre el Louvre y la creación estadounidense sigue viva, Mike Kelly (Detroit, 1954) presenta una instalación vídeo titulada Profondeurs vertes en la que juega con dos telas en las que predomina el verde y unas situaciones trágicas con el recitado de unos textos acompañados de música que crean una atmósfera de misterio. Es la primera vez en que Kelly utiliza imágenes sacadas de la historia de la pintura estadounidense. Los dos cuadros los descubrió cuando era niño en el museo de su ciudad natal.

<i>Charles C. Curran, 1888-1889, </i>de William James Whittemore.
Charles C. Curran, 1888-1889, de William James Whittemore.NATIONAL ACADEMY MUSEUM DE NUEVA YORK
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