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PATÉ DE CAMPAÑA | El futuro de Cataluña
Columna
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Buenas noticias para Astérix

Entro en la sede de Esquerra Republicana junto con el chico que trae la bolsa de los globos para el mitin de las ocho. Pero la recepcionista, una señora simpática y coqueta, me explica que los de la prensa ya están abajo, tomando café en el bar Brothers. Le doy las gracias y le comento lo morena que está. "Es que tomo el sol por prescripción médica", me explica. "Tengo fibromialgia, también".

En el Brothers, los periodistas hablan del acto al que han ido por la mañana. "Gerry Adams ha decepcionado", dice uno de ellos. "No ha dicho ni una sola vez la palabra estatuto". Los demás asienten. La conferencia del líder del Sinn Fein, junto con miembros de Esquerra en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, no les ha dado el jugo que esperaban. Ni siquiera han podido hacerle preguntas, así que todos ellos se montarán en el autocar del partido, que ya está aparcado frente al bar, e irán hacia Terrassa, donde Joan Ridao y Josep Lluís Carod Rovira tienen previsto dar un mitin. "El otro día, por culpa de otro acto, todos llegamos tarde al mitin", me explica uno, mientras paga los cafés. "Nos perdimos al telonero, pobre, con la ilusión que le haría". Y me aclara que el telonero suele ser un político local.

En los laterales del autocar, rojo y amarillo, se puede leer el lema Ara toca no. Está matriculado en Girona y tiene tarjeta de transporte de Lloret de Mar. "El chófer de Esquerra en las pasadas elecciones", me cuenta el veterano periodista de antes, "tenía carnet de Iniciativa". Y el conductor, que lo oye, comenta: "Pues yo todavía lo tengo más fácil. No soy de ningún partido, pero si que salga el no significa que haremos estos viajes dos años más, voto que no". Luego, añade: "Lo que tiene el servicio discrecional es que es muy variado". El periodista le da la razón. "Fíjese, en las pasadas elecciones, en uno de estos viajes atropellamos a un jabalí. Llevábamos la foto de Carod en el cristal delantero del autocar y quedó toda salpicada de sangre". Todos miramos el cristal, que tiene una rotura. Esta vez no hay fotos de Carod. Pero en cambio hay un cartel muy grande con el nombre del dueño de la empresa. Se llama Pujol.

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