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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El pabellón de los ricos

La Ruta Modernista de Reus ofrece una visita singular: el pabellón de los ricos del Instituto Psiquiátrico Pere Mata, obra de Lluís Domènech i Montaner. Por la carretera arbolada que sube la leve colina, caminan algunos internos con aire ausente. Por la antigua entrada de carruajes, se ve un ancho paseo con los pabellones alineados y la silueta, al fondo, de la torre del agua. La actual clínica psiquiátrica universitaria alberga a unas 600 personas, excepto en el llamado pavelló dels distingits, abierto al público para visitas concertadas.

Una obra primorosa de interiorismo y decoración lo distingue, en efecto, del resto del hospital. Después de penetrar en el airoso edificio que luce serigrafías en azul sobre blanco, se tiene la impresión de estar en un hotel o un balneario. La luz se filtra por vidrieras coloristas, a juego con los motivos naturales de las cerámicas y las pinturas que revisten las paredes y el techo y adornan los mosaicos del pavimento. Los clientes podían mantener aquí una vida de lujo, asistidos por sus propios sirvientes, y recibir visitas con entera libertad.

La sala principal de la planta baja parece el salón de un casino, con mesas, butacas y sofás. Los domingos por la tarde, había baile al son de una orquesta, que tocaba desde la galería elevada, a la que no tenían acceso los internos. La distribución de las espaciosas habitaciones individuales, en plantas superiores, muestra que también en el pabellón de los ricos había clases. Los más pudientes podían disponer de una suite en la que recibir privadamente las visitas. Los vigilantes dormían en pequeños cuartos sin ventilación y controlaban, a través de ventanucos enrejados, las habitaciones de los internos, procedentes de las mejores familias de la comarca.

Este sanatorio fue levantado a finales del siglo XIX por la misma burguesía local que construyó el pantano de Riudecanyes, avanzándose a la grandes obras hidráulicas del Estado. Reus era la segunda ciudad de Cataluña en número de habitantes. Debía su prosperidad al comercio de alcoholes, aceite y avellana, que desde mediados del siglo XVIII puso en contacto a sus productores y comerciantes con los mercados internacionales y las bolsas de París y Londres.

Lluís Domènech i Montaner tuvo el encargo del llamado Manicomio de Reus, antes que los del Hospital de Sant Pau y del Palau de la Música de Barcelona, cuyo esplendor arquitectónico y decorativo ya encontramos en este pabellón de los ricos y en las casas particulares que construyó en la ciudad, en el cambio de siglo. Dos de ellas están protegidas hoy como patrimonio: Casa Rull, de un notario, en la calle de Sant Joan, y Casa Navas, de un comerciante de tejidos, en la plaza de Mercadal.

De la primera sólo se visita el jardín, ya que en el interior hay los servicios municipales de cultura. Es obligado fotografiarse junto a un banco en trencadís, que recuerda la balaustrada gaudiniana del parque Güell. En la segunda, la visita es completa, comenzando por la tienda de tejidos, todavía en servicio tal como fue construida. El lujo artístico del interior -con el mobiliario diseñado por Gaspar Homar- sobrevivió a la Guerra Civil, pero no la torre de la fachada, amputada por una bomba italiana en 1938, ni las vidrieras. En los muros de la terraza, dos grandes mosaicos evocan la salida de la nave de Jaume I en Salou para la conquista de Mallorca y la presencia medieval catalana en Tesalónica, de acuerdo con el discurso histórico-artístico de la Renaixença.

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Desde la tribuna del comedor, el matrimonio Navas -que, como los Rull, no tuvo descendencia- podía contemplar todos los actos, festejos y celebraciones de la plaza Mayor. La casa donde se dice que nació el general Prim está en obras para alojar la llamada Capsa Gaudí, espacio museográfico destinado a la obra del ilustre arquitecto reusense que, paradójicamente, no hizo aquí ninguna construcción.

También se fue a Barcelona el más célebre de los militares liberales españoles, líder de la Revolución de 1868 y jefe de Gobierno en 1869- 1870. Su memoria es más visible, con el monumento ecuestre que dedicó A Prim, su patria -como reza la escueta placa, en el centro de la plaza que lleva su nombre-, pero poco más se ofrece al visitante. Tampoco sobre Pere Mata, médico y político, cuyo nombre se honró a principios de siglo con la transformación del manicomio en instituto psiquiátrico. Es la otra gran figura del Reus liberal.

Las tensiones de clase propias de una ciudad burguesa asoman de repente en la visita a una tercera casa construida por Domènech i Montaner, para un comerciante de aceite. Desde la calle ya se percibe la sombra que la casa Gasull proyectó sobre la del notario Rull, motivo permanente de conflicto entre tan distinguidos vecinos. En el recorrido por la planta baja, cuyas oficinas han estado en servicio hasta hace muy poco, una observación sobrecoge el ánimo del turista: el despacho del propietario tuvo una puerta a la calle hasta que, en 1922, fue asesinado por pistoleros del sindicato único.

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