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Tribuna:Día Mundial del Medio Ambiente
Tribuna
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Permitido prohibir

Esteban González Pons

Los valencianos somos nuestro medio ambiente. Durante los últimos años, las políticas medioambientales impulsadas por la Generalitat, han permitido profundizar en esta toma de conciencia respecto a ese sentimiento de pertenencia mutua. El camino emprendido se ha demostrado tan necesario como fructífero en este sentido. Esa concienciación colectiva es hoy más fuerte que nunca. La identificación ciudadana con el proyecto común del medio ambiente ha sabido progresar, definitivamente, hacia una madurez inaplazable.

El entorno que hoy compartimos, legado sin condiciones por nuestros antepasados, nos define a lo largo de la Historia. Y lo hace con tanta intensidad como pueda hacerlo nuestra lengua, nuestra cultura o el patrimonio artístico que atesoramos. En el Día Mundial del Medio Ambiente -esperado, a partes iguales por apocalípticos e integrados- conviene lanzar un mensaje de confianza en una de las principales tareas que reclama de nosotros la gestión de esa "casa de todos": su puesta en valor constante, firme e inflexible.

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Y digo inflexible, porque en la conservación del medio ambiente el permiso para prohibir es una de las más potentes garantías de pervivencia, equilibrio y conciliación. Hoy no sólo somos la comunidad autónoma con más superficie protegida -el 29% del territorio- cuatro puntos por encima de la media nacional. También somos la única región del Mediterráneo español que en los últimos años ha aumentado, en más de 2.000 hectáreas, su superficie boscosa. Y seguimos siendo, un año más, la región líder en banderas azules en el conjunto del litoral mediterráneo.

Pero esta apuesta, inédita en nuestra Comunitat, se ha visto enriquecida, en paralelo, con una voluntad inequívoca por dotar de un corpus legislativo propio y específico a la protección de nuestro territorio, a través de una serie de leyes de indudable trascendencia medioambiental. Hoy, nuestro medio ambiente disfruta de derechos y salvaguardas jurídicas que, hace apenas una década, hubieran resultado sencillamente impensables. Hoy, con este marco legal garantista, tenemos permiso para prohibir.

Aún siendo de capital importancia en una gestión sostenible, la consideración de estar saldando en el presente una deuda con el pasado no es suficiente. En esa puesta en valor de la que hablaba al principio, la verdadera clave de bóveda se encuentra en la asunción colectiva de que estamos girando una letra al futuro. Mis hijos no son más titulares del derecho a poder disfrutar de ese bien común, de lo que pudieron serlo mis abuelos o, el día de mañana, mis propios nietos o los del lector, quienquiera que sea.

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Y es precisamente esa titularidad (todavía por venir y, sin embargo, ya inalienable) la que justifica por sí misma la existencia de la voz más sensata del verbo prohibir. Y la que explica todos los esfuerzos y cada uno de los que estamos realizando en la actualidad. Por nuestro medio ambiente, licencia para prohibir.

Esteban González Pons es consejero de Territorio y Vivienda.

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