Mejorar el aire que respiramos
No somos lo bastante conscientes de que la contaminación atmosférica, a pesar de tener consecuencias tan evidentes como la que pueda generar un vertido de petróleo, tiene un preocupante impacto sobre la calidad de vida
De acuerdo con la evaluación del aire en Cataluña correspondiente al año 2005, se puede afirmar que hay que mejorar su calidad en determinados municipios. De hecho, la tendencia de los últimos años indica un aumento progresivo de los contaminantes, cuyos niveles se prevé que superen los máximos admisibles que fija la normativa de la Unión Europea para preservar la salud humana y el medio ambiente. En concreto, los contaminantes en esta situación son el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión de diámetro inferior a 10 micras, que tienen especial influencia en los municipios del Barcelonès, el Baix Llobregat, el Vallès Oriental y el Vallès Occidental.
El Gobierno de la Generalidad de Cataluña, con plenas competencias en esta materia, tiene que velar por la restauración de la calidad del aire, y para garantizarla debe hacer uso de los instrumentos y los mecanismos legales establecidos con la participación de los entes locales afectados. Y así lo está haciendo.
El 23 de mayo, el Gobierno catalán aprobó el decreto para declarar las zonas de protección especial del ambiente atmosférico en algunos municipios de estas cuatro comarcas. El reconocimiento de esta situación implica que el Gobierno formulará un plan de actuaciones para restituir la calidad del aire con la colaboración de los ayuntamientos.
En este caso, las principales fuentes de emisión de dichos contaminantes tienen nombre y apellidos: el transporte contribuye en un 98% en el Barcelonès, mientras que la influencia global de determinados procesos industriales es sólo del 2%. En este contexto, este plan debe potenciar la movilidad sostenible, y por tanto las administraciones deben mejorar las infraestructuras y la gestión del transporte público para que sea más eficiente y atractivo para la ciudadanía. También deberán incidir sobre el tráfico y el uso de los vehículos, tanto privados como de mercancías, y sobre las aportaciones individuales.
Todas estas medidas, que se estudian y acuerdan con los entes locales, no pueden obviar la planificación territorial existente, que, en determinadas ocasiones, no ha previsto la movilidad asociada. Invita, por tanto, a la reflexión ese 98% de contaminación que proviene exclusivamente del transporte. La ciudadanía ha desplazado sus viviendas a segundas o terceras coronas metropolitanas, lo cual impone una movilidad que antes no existía.
Quizá aún no somos lo bastante conscientes de que la contaminación atmosférica, a pesar de tener consecuencias tan evidentes como la que pueda generar un vertido de petróleo al mar o a los ríos, tiene un impacto sobre la calidad de vida y la salud de la gente más que preocupante. De hecho, estudios europeos recientes demuestran la magnitud de la afectación sobre la salud humana y destacan que las muertes prematuras producidas por la contaminación atmosférica por partículas en suspensión incluso llegan a superar la tasa anual de mortalidad por accidentes de tráfico.
Es necesario, pues, afrontar este proyecto para garantizar la calidad de vida de todos los ciudadanos y todas las ciudadanas. Debe haber ineludiblemente una implicación total de todas las administraciones (estatales, nacionales y locales), de todos los sectores económicos, políticos, sociales, sindicales, y de cada individuo, porque todo el mundo, sin excepción, lo necesita "como el aire que respira".
Francesc Baltasar es consejero de Medio Ambiente de la Generalitat.
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