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Reportaje:

Los próximos reactores nucleares

El sector ha desarrollado modelos de nueva generación dotados con seguridad pasiva

La crisis del crudo ha dado oxígeno a la industria nuclear, casi desarticulada desde los accidentes de Three Mile Island y Chernóbil. Las señales de reactivación no sólo proceden de países emergentes asiáticos. También de Europa y Norteamérica. Finlandia construye una planta de III generación, la misma que se instalará en Francia. Blair ha abierto la puerta a una nueva partida de centrales y Estados Unidos va a incentivar los reactores de generación III y III+, donde los sistemas de seguridad descansan sobre elementos pasivos.

El Gobierno de Aznar no quiso que España participara con otros diez países en el desarrollo de la IV Generación de Reactores Nucleares

La energía nuclear vuelve al lenguaje cotidiano, desprovista en parte del lastre que la asocia inevitablemente al riesgo. Proliferan los debates sobre su idoneidad como alternativa al gas y al crudo, cada vez más caros y de suministro inseguro, así como su nulo impacto sobre el cambio climático.

Las compañías eléctricas se ponen las pilas, aunque no darán un sólo paso si el escenario social y político no está despejado. La mayoría, incluidas las gasistas, disponen de informes técnicos sobre la viabilidad financiera de los reactores nucleares y el desarrollo de modelos tecnológicamente más avanzados. Distintos estudios elaborados por la OCDE, la Universidad de Chicago, el Instituto Tecnológico de Massachusetts ó la Academia de ingenieros del Reino Unido, avanzan costes de producción competitivos (entre 45 y 50 euros el megavatio hora) de la energía producida por los nuevos reactores nucleares frente a la de otras fuentes energéticas.

En Estados Unidos una ley de la energía del año pasado incentiva los primeros 6.000 megavatios que generen las nuevas plantas, tutela las inversiones iniciales y la responsabilidad civil de los promotores en el caso de que se produzcan demoras en las autorizaciones.

El sector achaca la verdadera causa del desmantelamiento de la industria nuclear en la década de los noventa a la prolongada inseguridad generada por el órgano regulador norteamericano, la NRC (Nuclear Regulatory Commission), y a los aplazamientos sine die de los permisos para nuevos reactores tras el accidente de Three Mile Island y la catástrofe de Chernóbil. Con la ley del pasado verano los procedimientos se han simplificado. Una vez obtenida la aprobación del diseño de la planta (los promotores aspiran a que se asimile a la de los aviones; un permiso vale para todas las unidades de la serie) el procedimiento del permiso de construcción y operación se tramita de un solo paso, que no puede extenderse más allá de los seis años, de manera que el operador pueda programar sus inversiones a largo plazo sin sorpresas .

Nuevos modelos

Con este nuevo escenario varias compañías eléctricas que operan en el sureste de Estados Unidos han solicitado al NRC licencias para nuevos reactores nucleares en emplazamientos donde ya existen centrales en operación o están a punto de expirar sus plazos de funcionamiento.

Por su parte, las tecnológicas Westinghouse (adquirida por la británica BNFL a 1.100 dólares y vendida con posterioridad a Toshiba por 5.400) y General Electric han desarrollado nuevos reactores nucleares de la llamada generación III y III+. La primera dispone del certificado para el modelo AP-1000 y GE solicitó en agosto pasado la licencia para el modelo ESBWR (después del de la imagen ha salido un diseño nuevo). En ambos casos se trata de reactores denominados "avanzados, simplificados, económicos" y dotados con dispositivos de "seguridad pasiva". En caso de un percance se disparan por gravedad los elementos que refrigeran y aíslan el corazón del reactor.

El tercer modelo en el mercado es el EPR (European water pressurised reactor), fruto de la colaboración entre la antigua Framatone francesa y la alemana Siemens, agrupadas hoy en la sociedad Areva. La primera unidad se está instalando en Finlandia y la segunda se montará el próximo año en Flamanville, el noroeste francés.

La gran pregunta que ronda sobre estos reactores de la generación III y III+ es ¿cuánto valen? "Quien diga una cifra, miente", asegura el representante de una de estas firmas. "No se puede dar un valor". Eso mismo afirma Antonio González López, director general adjunto de Empresarios Agrupados, la compañía española que redactó los pliegos técnicos para el concurso de la planta de Oukilouto, financiada por los papeleros finlandeses.

Según Areva, la planta cuesta 3.000 millones de euros del año 2003, al tratarse de la primera unidad de una serie de 1.600 megavatios de potencia y asumir los 500 millones que cuesta la ingeniería. El resto de las unidades saldrían por tanto más baratas.

Un estudio citado por Ramón Almoguera, director del departamento Nuclear de Iberdrola, sobre el coste de inversión presentado al Departamento de Energía por la compañía Tennessee Valley Authority calcula que la construcción de dos reactores de GE para 1.370 megavatios de potencia unitaria sale a 1,6 millones de dólares por megavatio, incluida la ingeniería, los suministros y la construcción en un plazo de 40 meses desde la primera lechada de hormigón hasta cargar el combustible.

Precio final

Si se comparan ambas cifras, la central de GE resultaría 700.000 euros por megavatio más barata que la europea, pero no tiene cuenta considerar esa diferencia "porque el precio final depende del emplazamiento, las unidades que se vayan a vender de cada serie, del número de vasijas de las plantas, las condiciones geosísmicas, los incentivos económicos de los Estados y un largo etcétera", aseguran las fuenets consultadas.

Aunque la moratoria nuclear de los primeros gobiernos socialistas dejó sin mercado autóctono a la industria española, ésta no cerró. Las empresas Ensa, Tecnatom, Enusa y Empresarios Agrupados se han buscado la vida en el exterior.

Así es como esta última participa en el desarrollo de la IV Generación de nuevos reactores, una iniciativa puesta en marcha en 2001 por Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Suiza, Japón, Suráfrica, Canadá y tres países más, entre los que no se encuentra España porque el Gobierno de José María Aznar rehusó participar. A pesar de esta negativa Empresarios Agrupados se coló en el proyecto vía Euratom. El grupo ha reducido a seis modelos los mil que se propusieron iniciales y no se espera que estén técnicamente desarrollados hasta dentro de 20 años.

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