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Reportaje:El futuro de Euskadi

Rajoy vuelve a la guerra tras su martes negro

El líder del PP decidió retirar su apoyo al Gobierno al anunciarse que habrá conversaciones formales con Batasuna

"El martes, después del debate sobre el estado de la nación, tuvimos una noche muy, muy larga", cuenta uno de los más conocidos miembros de la cúpula del PP. La dirección de ese partido (como la de todos) tiene organizado un sistema de alertas por SMS a sus móviles con las noticias más relevantes que van ocurriendo. "A las tantas me entró un mensaje con el título que Europa Press daba a la entrevista de Patxi López en Radio Euskadi", continúa. "Llamé a nuestra gente allí para medir el alcance de la noticia por la que el PSE pasaba a considerar a Batasuna un 'interlocutor necesario' y anunciaba 'contactos formales' con un partido ilegal ¡como si fuera legal! Avisé a Mariano y, como visteis al día siguiente, quedamos en reaccionar primero como si aquello fuera sólo cosa de Patxi López con la esperanza de que el Gobierno le desautorizara de plano. Pero no, Patxi no hablaba porque sí. Era decisión de Zapatero empezar a legalizar así, por la vía de los hechos, a un partido ilegal. Con nosotros para eso no puede contar, vulnera todas las líneas rojas que Mariano anunció y entregó por escrito tras su entrevista con Zapatero en Moncloa, y el Gobierno lo sabe".

"Patxi no habló porque sí. Es una decisión de Zapatero y vulnera todas las 'líneas rojas"
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El anuncio de la ruptura se hizo por goteo. A primera hora del miércoles fue Ángel Acebes, número dos del PP, quien convocó a los medios para criticar sólo al líder de los socialistas vascos y pedir al Gobierno que le desautorizara. Por la tarde, después de que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, avalara la negociación del PSE con Batasuna, Acebes amenazó con romper. Rajoy dejó para la mañana del jueves, en una entrevista en la Cope, el primer anuncio de su ruptura. Y para el viernes, en un mitin en Tarragona, su primera acusación a Zapatero de "desleal", de "haber engañado a los españoles" y de haber "cedido a la presión y al chantaje de ETA".

El motivo oficial del fin del apoyo del PP al Gobierno "para acabar con ETA" fue, por tanto, el anuncio de Patxi López de que el PSE iniciará un diálogo formal con Batasuna y, sobre todo, que calificara a esa organización ilegal de "interlocutor necesario" en el proceso de paz.

El bombazo de la noche del martes obligó a Rajoy a volver al enfrentamiento con el Gobierno a cuenta ETA, a volver a las manifestaciones (el próximo fin de semana con la Asociación de Víctimas del Terrorismo) contra la política antiterrorista, a volver a criticar en el Parlamento a Zapatero, probablemente, el martes en el debate de la resolución sobre ETA que ha presentado el PP.

El problema, al menos de imagen, es que el anuncio de López se produjo horas después de que Rajoy saliera del Congreso con la convicción (de propios y ajenos) de que, esta vez, había perdido el debate con Zapatero. La vuelta al enfrentamiento ocurre justo después (¿o cómo consecuencia?) de la jornada más negra de Rajoy en el Congreso.

-¿La ruptura no es fruto del berrinche que cogió Rajoy?

-No, de ninguna manera.

Ésta es la respuesta oficial. Y subrayan sus célebres líneas rojas tras la entrevista de Moncloa. En concreto, destacan dos: "No habrá ningún contacto con organizaciones terroristas u organizaciones ilegales para tratar estos temas", y "el Gobierno no tomará ninguna medida que pueda interpretarse, directa o indirectamente, como una contrapartida política a la banda terrorista ETA".

Oficiosamente, otras fuentes introducen un matiz: "Sin la humillación de elegir la noche del martes para anunciarnos que Batasuna es su interlocutor político la respuesta habría sido, probablemente, más del estilo de Rajoy. Habríamos dicho que es inaceptable, que lo es, pero sin llegar a dar por hecha la ruptura".

La misma mañana del miércoles, un día antes de que Rajoy anunciara la ruptura y horas antes de que Acebes amenazara con ella, ya era pronosticada por quienes conocen bien al líder del PP. "Para el sentido, un poco antiguo, de la caballerosidad que tiene Mariano, lo de Patxi es una humillación", aseguraba un diputado. Argumentaba que Rajoy, en contra del criterio de buena parte de su partido y de los medios de comunicación afines al PP, constriñó al mínimo su declaración sobre ETA, evitó la polémica para mantener su apoyo al Gobierno, y esa misma noche se cenó el anuncio de López.

La noche del martes, Rajoy salió solo del Congreso. Con la misma soledad con la que había decidido dedicar a ETA sólo una breve referencia para repasar someramente los límites de su apoyo al Gobierno. Ni siquiera convocó las habituales reuniones de maitines ese lunes para preparar solo y tranquilo su discurso. Y, tras la intervención inicial de Zapatero, se fue solo a comer a su casa en vez de, como otras veces, repasar con los suyos los puntos fuertes y débiles del discurso del presidente. Con esa misma soledad, encajó dos dardos con los que Zapatero hizo diana en el debate.

El primero, directo al corazón, sobre sus principios y convicciones a la hora de criticar el Estatuto catalán. Zapatero se burló de Rajoy por censurar ese proyecto, mientras Josep Piqué, presidente del PP catalán, "está todo el día mendigando para gobernar con CiU". Este dardo incluyó un lapsus de Zapatero: "¡Están ustedes como locos por gobernar con quien va a gestionar el Estatuto de Cataluña!". CiU dio las gracias por el pronóstico y ERC se quejó. Rajoy no dijo nada.

"Ese gol no es mérito de Zapatero. Es sólo nuestro. Hemos puesto el balón delante de la portería y hemos quitado al portero para que no falle", resume, a modo de autocrítica, alguien de la dirección del PP. En el fondo de su autocrítica subyace que, desde que Zapatero estaba en la oposición, el PP le acusaba de carecer de principios. "Sólo quiere estar en el Gobierno, en cualquier Gobierno, a cualquier precio", decían. Y ahora es Piqué el que pide estar en cualquier Gobierno... aunque sea con CiU.

El segundo balazo que se llevó Rajoy alojado en el hígado fue la réplica de Zapatero, con datos, a su crítica por el aumento de la delincuencia y la inmigración con el Gobierno socialista. "Rajoy tenía delante fichas con datos de nuestra etapa y con declaraciones de entonces de Zapatero, que eran demoledoras, pero no quiso usarlas", aseguran miembros de su equipo.

¿Por qué? La respuesta oficial es que quizá fue por falta de tiempo, y que fue un error. Hay otra explicación oficiosa. Rajoy mantiene que no tiene sentido hablar del pasado y que la política es mirar al futuro. Según la última encuesta del CIS, además, ha cuajado ese olvido total de lo bueno que pudo tener el pasado de los Gobiernos del PP. En una prolija pregunta sobre qué partido está más capacitado para gestionar distintas políticas: social, económica, exterior, de inmigración... resulta que el PSOE gana en todas. "¡Hasta en política económica y en seguridad!", admite espantado un diputado popular.

Pero el balazo definitivo fue disparado después del debate. Sus efectos fueron amplificados por las críticas de las tertulias radiofónicas a la mañana siguiente, y por el sentido del ridículo, de haber sido burlado, que tiene muy acendrado el líder del PP.

Mariano Rajoy, en el debate sobre el estado de la nación.
Mariano Rajoy, en el debate sobre el estado de la nación.BERNARDO PÉREZ

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