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Elecciones en Perú

Las peruanas cuentan poco

Pese a las promesas electorales de paridad entre sexos, las mujeres sufren un trato desigual en educación, salud o justicia

Jorge Marirrodriga

El diputado más votado de Perú en las elecciones legislativas de abril es una mujer, Keiko Sofia Fujimori, al igual que el líder del centro-derecha, Lourdes Flores, que por apenas unas décimas no disputará el domingo la segunda vuelta de las presidenciales. El dirigente en Perú de uno de los partidos principales, la fujimorista Alianza por el Futuro, también es mujer: Martha Chávez. Ahora, el candidato socialista del Partido Aprista Peruano (PAP), Alan García, ha prometido que, de vencer en las urnas, formará un Gobierno con el mismo número de hombres que de mujeres y, por primera vez, el 30% de los escaños estará ocupado por féminas. Sin embargo, destacadas mujeres tanto de la política como del mundo social advierten de que la realidad es mucho menos favorable a las peruanas de lo que aparece en la prensa.

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"Me ha sorprendido la propuesta de García, pero creo que tiene más que ver con un intento de alinearse con Gobiernos paritarios como los de Michelle Bachelet en Chile o de José Luis Rodríguez Zapatero en España, frente a la bravuconería y matonería de Gobiernos como el de Hugo Chávez", opina Cecilia Blondet, ex ministra de la Mujer en el Ejecutivo de Alejandro Toledo. Lo cierto es que García ya fue presidente entre 1985 y 1990, y su Gobierno no fue paritario. "El aspecto político es importante porque sirve para cambiar las cosas, pero si revisamos las cifras de acceso al trabajo, violencia, analfabetismo o, por ejemplo, cuántas mujeres no tienen sueldo, se ve que la desigualdad es muy grave", afirma Gaby Cevasco, del Centro Flora Tristán, la organización de defensa de los derechos de la mujer más importante de Perú.

Analfabetismo

Según los datos que maneja Naciones Unidas, la tasa de analfabetismo de las peruanas supera el 12%, muy por encima del 4,4% de los hombres. En algunas zonas de población mayoritariamente indígena, este porcentaje puede llegar al 70%. Las cifras se disparan cuando se trata de abandono escolar, especialmente en las áreas rurales, donde las jóvenes son obligadas a dejar los colegios cuando llegan a la adolescencia, al contrario de los varones que, al menos, tienen mayores oportunidades de terminar la secundaria. La mayor parte del 23% de los adolescentes que no asisten nunca a la escuela son mujeres, un porcentaje que se eleva al 28% en el campo. La situación deriva en una especie de invisibilidad social, hasta el punto de que en 2004 fue necesario poner en marcha una campaña de ayuda para que las mujeres del interior tuvieran un documento de identidad. "Por ejemplo, en Cajamarca, el 48% de las mujeres no tienen partida de nacimiento", dice Cevasco.

La combinación de pobreza y baja educación se manifiesta también en otras cifras reveladoras. De acuerdo con el Ministerio de la Mujer, el 11% de las adolescentes entre 15 y 19 años son madres y seis de cada diez embarazos en niñas de entre 11 y 14 años son producto del incesto o la violación. "Estamos hablando de derechos humanos básicos de las mujeres, como salud o educación", destaca Blondet, para quien es necesario reforzar la política sobre salud sexual, "pero hace falta mejorar todas las políticas sanitarias".

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Mención aparte merece el trato ante la justicia, especialmente en los casos relacionados con las violaciones de los derechos humanos acaecidos durante la lucha de sucesivos gobiernos contra la organización terrorista Sendero Luminoso. "Las denuncias de violencia sexual contra las mujeres durante el conflicto no han generado ni una sola condena, aunque las pruebas demuestran que ha habido una violencia sistemática contra las mujeres", indica Laura Cano, de la Asociación Pro Derechos Humanos.

Dos peruanas,  ante una casa con propaganda del candidato Alan García.
Dos peruanas, ante una casa con propaganda del candidato Alan García.EFE

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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