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González y Moratinos discrepan sobre la política en Oriente Próximo

El embajador israelí denuncia el "antijudaísmo persistente" en España

El ex presidente del Gobierno Felipe González y el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, mantuvieron ayer posiciones totalmente divergentes sobre el trato que hay que dar a Hamás, el grupo islamista radical que dirige el Gobierno palestino. Según González, es imprescindible dialogar con él. Moratinos cree que no debe hacerse mientras no cumpla con las condiciones que Israel y la comunidad internacional le exigen.

"Hay que dialogar con Hamás, porque así será más fácil que la situación

[del conflicto israelí palestino] evolucione", dijo González. Estas palabras le valieron un fuerte reproche del embajador de Israel en Madrid, Víctor Harel, quien dijo no poder "aceptar" la intervención del ex presidente y consideró su declaración "sorprendente". "Hamás es un grupo terrorista y usted nos pide que olvidemos la legalidad. ¡Allá usted!", espetó, tras recordar que el propio González había explicado que no quería abordar este tipo de temas, porque su falta actual de responsabilidades institucionales le vuelve proclive a resultar "impertinente".

"El problema no es si hablar o no hablar con Hamás, sino sobre qué hablar. Hay que hablar con Hamás, claro, pero ¿en qué condiciones?", dijo luego Moratinos, después de anunciar que iba a ser "tan brutal" en este tema como el ex presidente, "pero en sentido contrario".

"Yo no quiero que un Gobierno radical-islamista se instale permanentemente en el corazón de Oriente Próximo, y a Hamás no se le está pidiendo nada que no se pida a los demás: que renuncie a la violencia, que respete la legalidad internacional y que reconozca a Israel", añadió. "El proyecto de Hamás es establecer una tregua de 50 años. Así lo han dicho. ¿Vamos a aceptar que el conflicto continúe durante otro medio siglo?", dijo también el ministro, que destacó cómo la organización radical había saboteado con atentados sus esfuerzos por llegar a un acuerdo durante sus años de enviado de la UE en Oriente Próximo.

Reconocimiento de Israel

González no estaba ya en la sala cuando Moratinos habló de este tema. Fue en un almuerzo con los asistentes a un seminario conmemorativo del vigésimo aniversario de las relaciones entre España e Israel, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos.

El ex presidente había intervenido a última hora de la mañana, para exponer su empeño en reconocer al Estado judío, un paso que los gobiernos precedentes de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo no pudieron dar por miedo a la reacción de los países árabes, a las consecuencias de la crisis energética de 1982 y también por el rechazo de actuaciones concretas de Israel en el marco del conflicto.

El ex presidente reveló que eligió firmar el reconocimiento de Israel en La Haya el 17 de enero de 1986, 17 días después del ingreso de España en la UE y dos meses antes del referéndum de la OTAN, precisamente con objeto de expresar soberanía frente a quienes ejercieron presiones "elegantes, diplomáticas y de todo tipo" para que el vínculo atlantista y con el Estado hebreo aparecieran como condiciones de la adhesión a Europa.

Harel, el embajador de Israel, se mostró muy pesimista sobre el futuro de las relaciones bilaterales, porque, dijo, "no son fundamentales para ninguno de los dos países", por la intensidad y amplitud de los vínculos de España con los países árabes y porque el conflicto israelo-palestino lo condiciona todo. También se quejó de que Israel tenga una imagen de ilegalidad entre los españoles y lamentó el "antijudaísmo y antisemitismo persistente", que concretó en hechos como la devoción al Santo Niño de la Guardia "venerado a 80 kilómetros de Madrid, en Toledo, por unos hechos que no son más que la calumnia antisemita de que los judíos se comen a los niños". El embajador culpó sobre todo a los medios de comunicación de la persistencia de estos sentimientos.

Moratinos señaló, por su parte, que tampoco comparte la afirmación de González de que Europa vive "una dulce decadencia". "Yo no me siento decadente", dijo.

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