La colección Capilla Alfonsina recupera la voz secreta de Alfonso Reyes
Monsiváis define al autor como "alguien que creía en el conocimiento"
El nombre de Alfonso Reyes (1889-1959) se alzó ayer como uno de los escritores imprescindibles tanto para las nuevas generaciones como por las anteriores. Era mexicano, de Monterrey, estudioso de utopías, de América Latina, de los vínculos de España y América Latina y de los griegos. Gran conocedor y cuidador de la palabra, de las palabras. De prosa nítida y magna, de suave ironía. De prosa nuestra y vuestra. Un autor griego, mexicano y madrileño. Así lo definieron ayer en la Casa de América de Madrid en la presentación de la colección Capilla Alfonsina, coeditada por Fondo de Cultura Económica, la Cátedra Alfonso Reyes y la Fundación para las Letras Mexicanas, que empieza a recuperar a este autor con tres volúmenes: México, Teoría literaria y América. En total, serán 12 volúmenes coordinados por Carlos Fuentes.
Fue una invocación y reivindicación pedida en una mesa redonda a la que asistieron el escritor mexicano Carlos Monsiváis; Juan Luis Cebrián, académico y consejero delegado del Grupo PRISA; Julio Ortega, profesor de Estudios Hispánicos de la Universidad de Brown; María Ramírez Ribes, presidenta del Club de Roma; Consuelo Sáizar, directora del Fondo de Cultura Económica, e Inés Sáenz, directora de la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey.
Monsiváis empezó reconociendo que Alfonso Reyes es un autor poco leído, poco conocido, una especie de "secreto en voz baja para los especialistas en hallazgos literarios"; por eso invitó a que esto termine. Mexicano universal, Reyes fue diplomático, vivió en España entre 1914 y 1924 y fue amigo y admirado por personajes como Ortega y Gasset, Borges, Bioy Casares o Menéndez Pidal. Un autor riguroso especializado en el Siglo de Oro y en los griegos. "Alguien que creía en el conocimiento como aportación colectiva a las generaciones". Monsiváis también afirmó que "el caso de Reyes es una de las mejores conquistas de la fluidez, amenidad, ironía suave y sensualidad".
"El espíritu de la crítica es la ironía", dijo Julio Ortega recordando a Reyes. María Ramírez se centró en el viaje utópico de Reyes, para quien esto tiene su origen en el descubrimiento. Son temas que abordó el escritor mexicano apasionado por la lectura y los libros porque decía, según recordó Consuelo Sáizar: "Yo no hago los libros, dejo que se hagan solos".
Juan Luis Cebrián hizo un recorrido por la actividad periodística de Reyes y se refirió a la manera en que recogió al exilio intelectual en México tras la Guerra Civil. "Reivindicó la raigambre española en América Latina", aseguró Cebrián. De su vocación periodística, el escritor y académico dijo que era "oportuno, irónico e incluso desvergonzado en algunos temas". Destacó sus artículos sobre el periodismo sensacionalista y la manera como la radio influye en el habla de la gente. Escritos cabales, sensatos y necesarios hoy que Cebrián recomienda leer a todo el mundo en general, pero especialmente a la Conferencia Episcopal Española, responsable de algunos medios de comunicación, entre ellos, una emisora de radio. Ello porque "lo que queda de Reyes es su amor al idioma y al empleo de la palabra".
Babelia
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