Infusión de azúcar
Si algún espectador pensó en su día que películas como Ghost o Dirty dancing eran el colmo de la cursilería, es que no habían visto los melodramas familiares protagonizados por la perrita Lassie en los años cuarenta. Pero si aún hay gente que después de sufrir semejantes dosis de almíbar en vena está convencida de que lo ha visto todo en materia rosa, es que no ha tenido la oportunidad de rendirse ante La joven de las especias, un chapuzón en un jacuzzi lleno de infusiones en el que el carácter festivo de buena parte de las películas de Bollywood se ha ido a tomar el fresco.
Protagonizada por la india Aiswarya Ray (ex miss Universo, de una belleza casi irreal de puro espectacular), la historia es un rimbombante drama centrado en la deslealtad a su cultura y a su gente de una mujer que osa enamorarse cuando le está prohibido, traicionando así el legado de las especias y provocando que éstas, tan mágicas como rencorosas, conviertan su vida en un constante tropezón. Va de misterioso y de onírico, pero sólo es cargante, tanto en el fondo como en la forma, grandilocuente al tiempo que insustancial, y alimentado por una omnipresente voz en off con los tediosos pensamientos de la protagonista.
LA JOVEN DE LAS ESPECIAS
Dirección: Paul Mayeda Berges. Intérpretes: Aiswarya Ray, Dylan McDermott, Ayesha Dharker, Nitin Chandra. Género: drama romántico. EE UU, RU, 2005. Duración: 96 minutos.
De tal manera que, infusión tras infusión, sueño tras sueño, la película consigue superar otro de los hitos recientes de la narrativa edulcorada: las codornices en pétalos de rosa de Como agua para chocolate, algo así como una ración de mollejas comparadas con la empalagosa sensación que transmite La joven de las especias.
Babelia
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