Maragall exige respeto a Mas y se declara "harto" del trato que le dispensa
El jefe de la oposición acusa al presidente de dirigir un Gobierno "pasota"
El encontronazo se fraguaba desde hacía muchos meses, y ayer, en plena sesión de control al Gobierno en el Parlament, acabó por explotar. El presidente Pasqual Maragall se declaró "harto" del trato que le dispensa el jefe de la oposición, Artur Mas, le reprochó el vocabulario que suele utilizar para referirse a él y a su Gobierno y le exigió respeto. El presidente se plantó tras ser acusado por Mas de estar adormilado, de presidir un Gobierno "pasota" y después de soportar comentarios del mismo estilo durante largo tiempo.
En una sesión de control inusualmente tensa, el presidente de la Generalitat transmitió la sensación de quererle devolver a Artur Mas todos los reproches, descalificaciones personales y comentarios burlones que éste le ha dispensado en los últimos años. Todo comenzó cuando Mas preguntó al presidente qué medidas concretas ha tomado en los últimos días en materia de inmigración, seguridad ciudadana y en relación con el anuncio de Iberia de anular casi todos sus vuelos desde Barcelona. Mas justificó la dispersión de asuntos por tratarse, dijo, de áreas que de una u otra forma dependían del primer consejero, cargo que quedó anulado en la última reestucturación del Ejecutivo y cuyas competencias fueron transferidas, sobre todo, a Presidencia. Maragall respondió con un escueto: "Tranquilo, que la transmisión efectiva de las competencias tomará su tiempo; pero se hará, y se hará bien".
A tal respuesta, Mas reaccionó con una larga lista de reproches que encresparon los ánimos de Maragall. De entrada, el líder de la oposición cuestionó que el presidente fuera "consciente" de lo que estaba diciendo, lo acusó de no escuchar a sus interlocutores y de presidir un Gobierno "absolutamente pasota".
Maragall no se amilanó. Tildó de "psicodélica" la intervención de Mas y, acto seguido, declaró estar "harto" de cómo el jefe de la oposición utiliza "determinadas palabras y adjetivos que nunca deberían estar en boca de un diputado". "Si alguien es un pasota aquí es quien utiliza expresiones que no son de recibo en un parlamento". "Sea más respetuoso".
Mas y Maragall hace tiempo que mantienen una relación distante, con altibajos, por lo que el presidente interpreta como ataques personales y fuera de lugar por parte de dirigentes de Convergència i Unió (CiU). El año pasado, en plena negociación estatutaria, ambos líderes estuvieron varios meses sin reunirse por la negativa de Mas a reconocer la legitimidad de Maragall para convocar una reunión. Después rectificó y dijo que, si bien tenía legitimidad como presidente, no la tenía para encabezar ningún proyecto. Otro episodio espinoso se remonta a 2003, cuando Mas dijo que Maragall sufría delírium trémens, una afección aguda consecuencia de la ingesta excesiva de alcohol. Aquel comentario motivó, además del rechazo más absoluto del entorno del presidente, la aparición de un manifiesto de condena firmado por una treintena de intelectuales, que interpretaron las palabras de Mas como un nuevo intento de abonar la leyenda de alcohólico que en su día persiguió a Maragall.
Por otra parte, el presidente de la Generalitat recibió ayer un espaldarazo por parte de Ciutadans pel Canvi en el debate sucesorio que se ha abierto alrededor de la figura del presidente. La plataforma cívico política que en 1999 y en 2003 formó coalición con el Partit dels Socialistes (PSC) para apoyar la candidatura de Maragall se manifestó ayer partidaria de la repetición de éste al frente de las listas socialistas.
El líder de Ciutadans pel Canvi, Josep Maria Vallès, recordó ayer que la plataforma se fraguó para "apoyar a Maragall" y apostó por su continuidad al frente de la candidatura socialista. Afirmó que, de no presentarse, Ciutadans pel Canvi debería analizar la nueva situación antes de decidir si vuelve a formar coalición con el PSC. Sin embargo, recordó que es Maragall quien, primero, debe decidir si quiere o no presentarse a las elecciones.
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