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Violencia en Irak
Columna
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Bush es el error

Lluís Bassets

Samir al Sumaidaje, el nuevo embajador del Gobierno iraquí en Washington, declaró ayer a la CNN que las tropas de Bush mataron "intencionadamente" a su primo en Haditha hace casi un año en una operación de limpieza. Unos meses después, en noviembre, en la misma localidad del Irak suní, dos soldados norteamericanos dispararon de forma metódica sobre 24 civiles hasta terminar con sus vidas en represalia por la muerte de otro soldado que había sido víctima de un coche bomba. La matanza de Haditha se conoció en enero, gracias al semanario Time, y su investigación tomó cuerpo en marzo, en los mismos días en que la policía iraquí denunciaba otra carnicería, en la aldea de Abu Shifa, en el distrito de Ishaqi, donde, según el parte de la policía, "las fuerzas americanas reunieron a una familia entera en una habitación y ejecutaron a 11 personas, incluyendo cinco niños, cuatro mujeres y dos hombres, luego bombardearon la casa, quemaron tres vehículos y mataron a sus animales".

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El nombre de Haditha va a asociarse a la guerra de Irak como sucedió con el de My Lai respecto a Vietnam. Designa el crimen de guerra, el ataque indiscriminado contra la población civil por parte de unos soldados que tratan como enemigos a todos los habitantes de los pueblos y aldeas que conquistan. No es un error sino el horror. Y designa también el momento de saturación y de despertar moral de la opinión pública y del sistema judicial de un país democrático como Estados Unidos, capaz de controlar y corregir los fallos más escandalosos de su Gobierno. ¿Cuántas Hadithas se han producido desde que empezó la guerra de Irak? Ahí está el primo del embajador iraquí, la matanza de Ishaqi, o el mismo José Couso, el cámara español de Tele 5, que murió en su habitación del hotel por el disparo de un blindado norteamericano en las primeras horas de la caída de Bagdad.

Ahora el Pentágono está terminando su investigación sobre Haditha y sobre la posibilidad de que se haya intentado ocultar el crimen. Y lo hace en los mismos días en que Bush y Blair han comparecido ante la prensa para reconocer los errores de la guerra de Irak. Bush ha declarado que el mayor error eran las torturas y abusos sexuales de Abu Ghraib, fotografiados y registrados con cámaras de vídeo. ¿No es todavía mayor el de Haditha? También ha entonado el mea culpa por su imagen de cowboy fanfarrón, que le llevó a retar a los insurgentes iraquíes y a declarar que quería la cabeza de Bin Laden "vivo o muerto". "He aprendido que debería expresarme de forma un poco más sofisticada", dijo compungido y contrito. Blair también quiso sumarse a la atmósfera penitencial. Su error fue la destrucción del aparato del Estado iraquí, consecuencia de la persecución de los militantes del Baaz, el partido único de Sadam Husein.

¡Vaya errores! Y de Haditha, nada de nada hasta ayer mismo, en que el presidente norteamericano anunció que los culpables serán castigados. ¿Qué culpables? Las inexistentes armas de destrucción masiva y las falsas relaciones entre Sadam Husein y Bin Laden han quedado ya olvidadas, como si no fueran errores fundacionales de esta guerra. Y luego está la lista interminable de errores, buena parte no reconocidos como tales, y que no conducen a conclusión alguna, al contrario: ni Bush ni Blair ven error en la guerra en sí y quieren mantener las tropas en Irak. ¿Se han olvidado además de Guantánamo? ¿Y de las torturas legales, las entregas de prisioneros a terceros países donde no hay garantías jurídicas para su interrogatorio, las escuchas ilegales o los vuelos secretos a través de aeropuertos europeos con complicidades locales?

Buena parte de estos errores todavía sin contrición pertenecen a un error mucho mayor, que es la guerra misma. No hay errores. Hay un solo error, un error original y matriz sin remisión, del que se derivan todos los otros. De este error Bush es el máximo responsable. Aunque sean muchos los que le han inducido a cometerlo, es de su propiedad por antonomasia. Y se llama la Guerra Global contra el Terror, el pomposo nombre inventado por los neocons, ese grupo pretencioso de intelectuales y periodistas ahora en desbandada, que aprovecharon los atentados del 11-S para imponer sus ideas y sus estrategias, recortar los derechos y libertades individuales y situar al presidente de Estados Unidos por encima de las leyes de la democracia más antigua del mundo.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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