El primer ministro iraquí decreta el estado de emergencia en Basora
Maliki promete actuar con "puño de hierro" contra las bandas que ponen en peligro los ingresos petroleros del sur del país
El nuevo primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, decretó ayer el estado de emergencia durante un mes en Basora, la principal ciudad del sur, y prometió actuar con "puño de hierro" contra las bandas y facciones chiíes que sabotean las exportaciones petroleras, la principal fuente de riqueza del país. "Hemos ordenado que el Ejército se despliegue en las calles. Llamaremos este mes [junio], el mes de la seguridad en Basora", aseguró Maliki.
Un informe de EE UU revela que las milicias chiíes se infiltran en las fuerzas de seguridad
"Esperamos que después de este periodo, cuando regresemos a Basora, podamos ver que la situación ha mejorado mucho", aseguró Maliki en su primera visita a la ciudad tras su elección para el cargo, el pasado 20 de mayo. El plan oficial es que las fuerzas de seguridad iraquíes patrullen las calles, tanto de día como de noche, y establezcan controles para atajar la violencia.
La situación en Basora, considerada una de las zonas más seguras del país, se ha deteriorado bruscamente en el último año debido a la lucha entre las diversas facciones chiíes, que pugnan por hacerse con el poder en una provincia rica en petróleo. No se sabe aún si el Ejército británico jugará algún papel en este plan de seguridad.
Un informe de la Embajada de EE UU en Bagdad, publicado por The New York Times, sostiene que "existe un alto nivel de actividad de las milicias, incluida la infiltración en las fuerzas de seguridad", y que "el contrabando y las actividades criminales prosiguen sin obstáculos". Una de esas milicias es la del Ejército del Mahdi, creado por el clérigo Múqtada al Sáder, el principal opositor chií a la presencia militar extranjera en Irak.
Otra milicia muy activa es la brigada Báder, el brazo armado del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, el principal partido político del país. Una tercera facción armada pertenece al Partido Fadhila, también chií y fuera de la coalición de Gobierno. El primer ministro Maliki pertenece a Dawa, un partido islamista de gran prestigio popular porque combatió a Sadam Husein.
Pero la inseguridad en el sur representa sobre todo un grave problema económico. De los pozos de la zona de Basora proceden (junto a los de Kirkuk, en el norte) los ingresos de Irak, que posee las segundas reservas mundiales de petróleo. El crudo es la única herramienta con la que cuenta el Gobierno para impulsar la reconstrucción del país y garantizarse el apoyo de los ciudadanos.
Maliki quiere acabar con los robos de petróleo y con las bandas mafiosas que exigen grandes sumas de dinero por no atentar contra los oleoductos. "Actuaremos con puño de hierro contra las cabezas de las bandas que están manipulando la seguridad", dijo a los líderes locales en una intervención que fue televisada. "La seguridad es lo primero, lo segundo y lo tercero", añadió. Según el informe de la Embajada estadounidense en Bagdad, algunas de estas bandas estarían compuestas por policías (agentes de día; delincuentes de noche).
Mientras, la violencia prosigue en el resto del país, sobre todo en la capital. Ayer fueron hallados 40 cadáveres en distintas áreas del norte de Bagdad, con signos de torturas; y en algunos casos, decapitados. Los secuestros y ejecuciones de los escuadrones de la muerte se han multiplicado desde el atentado del 22 de febrero contra la mezquita dorada de Samarra, chií. Desde entonces, cada barrio de Bagdad, suní o chií, se ha dotado de grupos de autodefensa, la cantera de los escuadrones.
Al menos 19 personas perdieron ayer la vida en diversos atentados. El más grave causó nueve muertos y una veintena de heridos, alcanzados por fuego de mortero en el distrito de Dora, al sur de Bagdad. En otro atentado murió Jaafar Alí, el presentador estrella de deportes de la televisión iraquí, que fue tiroteado por hombres armados cerca de su domicilio. También fallecieron dos soldados de EE UU al explotar una bomba al paso de su vehículo, lo que eleva a 2.472 los militares estadounidenses muertos en la guerra.
Además, las tropas estadounidenses reconocieron haber matado "por error" a dos mujeres que se dirigían a una maternidad el martes, al disparar contra el taxi en el que viajaban, que no paró en un control en la ciudad de Al Mutasim, al norte de Bagdad. Según un comunicado, las mujeres tenían 35 y 55 años, pero no especifica si alguna de ellas estaba embarazada.
Por otra parte, el presidente del tribunal que juzga a Sadam Husein y a siete de sus colaboradores, Rauf Abdul Rahman, ordenó ayer la expulsión del hermanastro del ex dictador, Barzan Ibrahim al Hasan, ex jefe de los servicios de espionaje, después de que gritase en contra del actual Gobierno. Sadam acusó al tribunal que le juzga por crímenes contra la humanidad de aterrorizar a los testigos de la defensa. El ex dictador y sus colaboradores están procesados por la ejecución de 148 chiíes en 1982, después de un juicio sumarísimo realizado tras un intento de asesinato frustrado contra él. De ser encontrados culpables, podrían ser condenados a muerte.
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