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Cincuenta talibanes mueren en un bombardeo en el sur del país

Cerca de 50 talibanes han muerto en un bombardeo estadounidense en el sur de Afganistán, en la conflictiva provincia de Helmand, informaron ayer fuentes militares internacionales y del Gobierno afgano. Según el vicegobernador de la provincia, Amir Mohamed Ajundzada, en los ataques, que se produjeron poco antes del amanecer, murieron "importantes líderes". Un portavoz de los talibanes señaló que todos los muertos eran civiles y que ningún combatiente había muerto en el ataque.

Este bombardeo se produce dentro de un aumento de la violencia en el sur de Afganistán, donde los talibanes, las milicias integristas que fueron expulsadas del poder en el invierno de 2001, han resurgido con una fuerza que pocos esperaban.

"Los talibanes estaban celebrando una reunión en una mezquita cuando se produjo el bombardeo", señaló Ajundzada en una entrevista telefónica desde Helmand. "Más de 50 de ellos han muerto en el ataque", señaló el comandante canadiense Quentin Innes, que forma parte de las fuerzas lideradas por EE UU dentro de la operación Libertad Duradera, que comenzó tras el 11 de septiembre de 2001 y que tiene un mando diferente a las tropas internacionales de la ISAF.

El portavoz militar canadiense señaló que el ataque no tuvo como objetivo una mezquita, sino un cuartel, y señaló que el bombardeo tuvo lugar después de que un grupo de guerrilleros lanzase una emboscada contra un convoy de la coalición. "El grupo se refugió en una base y creemos que hemos matado al menos a 50 de ellos", señaló.

Operación terrestre

Innes manifestó también que una operación terrestre, con apoyo aéreo, de fuerzas estadounidenses y afganas se estaba desarrollando en esta provincia, para tratar de frenar la ofensiva de los talibanes, que hasta ahora se ha ceñido sobre todo al sur del país, del que nunca fueron expulsados totalmente. Desde 2001, cada primavera se producía un incremento de la violencia, aunque este año los militares estadounidenses se han visto sorprendidos por la intensidad y la coordinación de los ataques. Algunos analistas temen que la inseguridad se extienda al resto de Afganistán.

Un portavoz de los talibanes, contactado por teléfono desde Kabul, aseguró que ningún combatiente falleció en el bombardeo y que todas las víctimas mortales eran civiles.

La semana pasada, las fuerzas norteamericanas bombardearon un bastión talibán en la provincia afgana de Kandahar, en el sur del país, y mataron a 60 rebeldes y 16 civiles, según declaró el gobernador provincial, Jalid Asadulá.

En otro incidente, cinco soldados canadienses resultaron heridos ayer en una emboscada de talibanes en la provincia de Kandahar. Cinco asaltantes murieron en el enfrentamiento que se produjo en una zona de la que ya han huido 3.000 personas a causa de los combates.

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