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El cirujano Senderowicz se sienta en el banquillo por la muerte de una paciente

El médico practicó en 2002 una liposucción a una bisnieta del pensador Menéndez Pidal

F. Javier Barroso

La sala especial de los Juzgados de lo Penal, en la calle de Julián Camarillo (San Blas), acoge desde hoy el juicio contra el cirujano Gerardo Raúl Senderowicz Hendler y la doctora Victoria Bonne Moreno, que están acusados de un delito de homicidio por imprudencia profesional. Ambos sometieron a una operación de liposucción a la paciente Débora Catalán, de 36 años, en el centro clandestino de estética Icema el 25 de enero de 2002. La mujer falleció a los pocos minutos de que le fuera inyectado el anestésico. El fiscal y las acusaciones popular y particular solicitan para ambos cuatro años de cárcel y seis de inhabilitación profesional.

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Débora Catalán, bisnieta del célebre pensador Ramón Menéndez Pidal, acudió el 25 de enero a un centro clandestino de estética situado en la calle de Maldonado 59 (distrito de Salamanca) para someterse a una liposucción. Esta intervención consiste en reducir la grasa de los muslos. Antes de la intervención, la paciente comenzó a sufrir convulsiones y entró en parada cardiorrespiratoria. El cirujano de origen argentino Gerardo Raúl Senderowicz y su ayudante Victoria Bonne estaban al frente de la intervención.

Al ver lo que estaba ocurriendo, el médico comenzó a suministrar oxígeno a la paciente y le practicó el boca a boca para intentar reanimarla. También llamó a los servicios de emergencia del 061 del Insalud. Cuando llegaron los facultativos de una UVI móvil del Summa, la paciente ya había fallecido y sólo pudieron certificar su muerte. El cadáver tenía marcas de rotulador en los muslos, similares a las que se hacen para ser sometido a una liposucción.

El fiscal y las acusaciones particular y popular piden cuatro años de prisión para ambos acusados y seis años de inhabilitación profesional por un supuesto delito de homicidio por imprudencia profesional. La acción popular está ejercida por la Asociación de Defensa del Paciente (Adepa).

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El cirujano señaló que la paciente acudió a su consulta para someterse a una mesoterapia (tratamiento contra la celulitis mediante inyecciones intradérmicas que no precisa anestesia). Sin embargo, la autopsia y los posteriores análisis del cadáver descartaron este hecho. La sangre de Débora Catalán tenía una concentración media de 16,2 microgramos de mepivacaína por mililitro de sangre, según un informe del Instituto Nacional de Toxicología. Esta cantidad resulta excesiva y muy tóxica para el cuerpo humano, según fuentes médicas.

La mepivacaína es un medicamento que bloquea la conducción nerviosa, por lo que es utilizado como anestésico regional y local. No debe ser utilizado en pacientes con epilepsias, enfermedades del corazón, hígado o riñones. También está desaconsejado su uso en zonas inflamadas o infectadas.

Los análisis de Toxicología también sacaron a la luz que a la paciente le habían inyectado lidocaína. Tenía una concentración de 4,9 microgramos de este anestésico por mililitro de sangre. Esta cantidad resulta alta, pero no tóxica para el cuerpo humano. Puede tener un fin terapéutico.

La abogada de la familia de Débora Catalán, María Jesús González, siempre ha defendido durante la instrucción que la paciente fue sometida a una intervención denominada laserlipólisis (reducción del tejido adiposo mediante la destrucción de la grasa por efectos del láser, lo que precisa de anestesia). Uno de los argumentos de González es que Senderowicz ordenó un estudio completo preoperativo de Débora Catalán. Éste incluía un hemograma (análisis de sangre), pruebas bioquímicas y hemostasis (nivel de coagulación). Todas las pruebas permitían la intervención de la paciente.

La paciente tenía un presupuesto de la clínica Icema, del 16 de octubre de 2001, para hacerse una laserlipólisis en muslos, abdomen y caderas. Los precios oscilaban entre los 1.650 y los 2.500 euros.

El cirujano Senderowicz ha mantenido que Débora Catalán murió al sufrir un choque anafiláctico. Éste se produce cuando el sistema inmunológico, que defiende el cuerpo de las agresiones externas e infecciones, es atacado por un antígeno -que puede ser polen, penicilina o alguna sustancia introducida artificialmente-. La reacción del antígeno produce la inflamación general del organismo. Otras posibles reacciones son el cierre de los bronquios (broncoespamos), parálisis de la circulación abdominal o arritmias cardiacas. La única solución para evitar el fallecimiento es la intubación del paciente e inyectar adrenalina en dosis altas.

"Estos casos de muerte se dan uno entre millones y yo he podido tener la mala suerte de que me tocara a mí", señaló el cirujano en declaraciones a EL PAÍS. Senderowicz practica la medicina desde 1982. Aprobó la especialidades de cirugía general y cirugía plástica en la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Llegó a España en 1990 y desde entonces ha trabajado como médico. Posee la nacionalidad española desde 1994. El Ministerio de Sanidad le reconoció el 28 de febrero de 1995 el derecho a ejercer como médico de medicina general, lo que no le reconoce las intervenciones estéticas y plásticas.

La Consejería de Sanidad precintó cuatro días después de la muerte de Catalán la clínica Icema por carecer de autorización para ejercer como centro de estética. Icema ofrecía cirugía estética, aumento y reducción mamaria y lipoplastia, entre otros servicios.

El juicio que comienza hoy en los Juzgados de lo Penal está previsto que dure unas dos semanas. El primero en testificar será el cirujano acusado y su ayudante. Después lo harán los testigos y los peritos y forenses que han participado en la instrucción.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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