Entre tópicos
La jornada de Estefania Dalle Pezze comienza con unos cereales con yogur.
8.00. Horas de estudio. Época de exámenes. Estefania es de Verona (Italia) y tiene 22 años. Desayuna con sus compañeras de piso, españolas. Para alquilar una habitación en Madrid visitó unas "60 casas". Paga 340 euros al mes, y su beca, que aún no ha cobrado, es de 120 euros mensuales. "Dependo totalmente de mis padres", dice. Y de sus trabajos: traductora, profesora particular.
En tren, llega a las diez de la mañana al campus de Humanidades de la Universidad Autónoma. Tiene que entregar un trabajo práctico en una clase de su último curso de la licenciatura de Matemáticas. "En Italia eso ocurre en los primeros cursos, pero en los últimos se supone que ya eres responsable de tu trabajo", dice. Estudia Ingeniería Matemática en Milán con una media de sobresaliente.
15.30. Un bocata en el césped. Un bocadillo entre clases va a ser la comida de Estefania y de Valerie Lagrange, erasmus francesa de 24 años. Se conocieron al principio de curso, en clases de español que ofrece la universidad. "Es un buen sitio para conocer gente". Franceses, belgas, italianos, alemanes, la vida de Estefania, hasta que se fue integrando, fue plenamente erasmus. Ha roto muchos tópicos, pero dice que algunos se han cumplido: "Los franceses no se despiden y los alemanes son muy estrictos. ¡He visto alemanes que no se lo estaban pasando bien en España!".
20.30. Otra vez la maleta. Un erasmus no deja en todo el año de hacer y deshacer la maleta. En coche, en tren, en autobús, en avión, "hay que aprovechar". Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Barcelona, Burgos, Granada, Marruecos... Mañana, a Santiago de Compostela. "A lo mejor no es buena idea ir de erasmus el último año de carrera. Pero merece la pena", asegura.
22.30. Cena y copa. Espaguetis con pesto que ha enviado la mamma. Los ha preparado Estefania para sus amigos españoles. Ya está totalmente integrada. Hay cosas de los españoles, dice, que ya estaban en su imaginación antes de llegar. "La juerga. Siempre te pueden liar. Dicen: 'Hoy me voy pronto', pues hasta las seis de la mañana". Sus primeros meses fueron un poco "locos", pero ya se ha calmado para concentrarse en los estudios.
Hoy sí toca una copa después de cenar. Un bar del barrio. "He visto que los españoles no son vagos, como dice la gente, y que no a todos les gustan los toros". Pero ella también se ha enfrentado a tópicos sobre los italianos. "Creen que somos muy estirados y que sólo pensamos en la imagen. Eso no es así, aunque es cierto que tenemos una cultura de la moda que no veo aquí". De todos modos, la diferencia enriquece y no es tanta: "Los jóvenes son jóvenes en todas partes, y lo único que quieren es estar juntos y pasarlo bien".
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