La tienda erótica, en casa
Avon, la Thermomix o los envases Tupperware no son las únicas marcas que creen en la intimidad del hogar como espacio perfecto para que compren las mujeres. En los últimos meses han surgido varias empresas que acercan a domicilio otro tipo de mercancía, un poco más juguetona.
En un pequeño salón barcelonés, con paredes de colores y un póster de los hermanos Marx, ocho mujeres, compañeras de trabajo, se reúnen un viernes por la tarde. Suena música cubana. Es el cumpleaños de dos de ellas y las otras les han preparado una sorpresa. Una atractiva mujer de 32 años, Claudia Rodríguez, irrumpe con una gran maleta y empieza a desplegar su material: "Esto es Topersex, la tienda erótica en casa", dice la vendedora.
La reunión pasa de las risitas a la mirada atenta. Y a las preguntas. Claudia habla con total naturalidad de sexo y placer. Del punto G masculino y femenino. Y de cómo usar las bolas chinas, un vibrador de siete velocidades, un tinte para vello púbico, la mariposita que estimula el clítoris -"la joya de la corona", según la vendedora- o el masajeador Laia. "Estamos muy verdes", confiesa Esther, de 50 años. La más joven del grupo tiene 26.
Tres horas después llega el momento de comprar. Ya no hay vergüenza, sólo un cierto colapso ante el enorme surtido. "Con tanto juguete, habrá que repetir en breve", bromea Nuria. Claudia añade: "Aquí lo quieres probar todo; en los sex shops piensas: 'Esto no es para mí".
Lo más vendido, las bolas chinas, que estimulan los músculos vaginales. "¿Éstas vibran o no?", pregunta Esther. "¿Y son mejores con pinchitos o lisas?", quiere saber otra. Se llevan también algunos anillos vibradores. No se atreven todavía con lo más fuerte. "Hay que ir poco a poco", dice Nuria.
Piden que no aparezca el nombre de las ocho: "Para que no nos reconozcan en la empresa; si nos ven, nos van a poner el sambenito encima".
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