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Entrevista:Nuevos vascos | Jeanne Rolande Dacougna

"La identidad está compuesta de muchas pertenencias"

Jeanne Rolande Dacougna nació hace 32 años en Casamance, al sur de Senegal. En 2001, viajó legalmente a Cádiz y desde 2003 vive en San Sebastián. "Yo he venido en condiciones ideales. No he tenido que hacer colas ni nada. Me siento una privilegiada, como una princesa", admite. Y es que su historia nada tiene que ver con la de cientos de sus compatriotas que cada día se juegan la vida en el mar a bordo de un cayuco para alcanzar España.

Sentada en su despacho, relata que se licenció en su país en Filología Hispánica, tras lo cual aprobó una oposición para trabajar allí como profesora de castellano. Pasado un tiempo, solicitó y obtuvo una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para cursar un doctorado en la Universidad de Cádiz. Así que, documentada con su tarjeta de estudiante, se trasladó a la ciudad andaluza. Dos años después se casó con un donostiarra, al que había conocido durante una visita a San Sebastián y se instaló en la capital guipuzcoana. "Al casarme, obtuve el régimen comunitario, de manera que nunca he tenido problemas con los papeles", resalta.

"Las cuadrillas aquí son muy cerradas y eso empuja a los extranjeros a relacionarse sólo entre ellos"

En un primer momento se centró en su tesis, con la que continúa. "Es sobre el escritor gaditano José Manuel Caballero Bonald", explica. En julio de 2005 empezó a trabajar en la delegación guipuzcoana de Biltzen, el Centro de Coordinación de Iniciativas Comunitarias en Mediación y Educación Intercultural dependiente de la Dirección de Inmigración del Gobierno vasco. "La oferta salió en los periódicos, un amigo la vio y me avisó. Me presenté a la entrevista y ya va a hacer un año que trabajo aquí", recuerda.

Dacougna fue bien recibida en San Sebastián tanto por la familia como por los amigos de su marido. "No he tenido problema alguno con ellos", afirma, pero se queja de que le ha costado "mucho" salir del círculo de su esposo. "La gente es más cerrada que en Cádiz. Allí no tuve los mismos problemas, quizá porque estaba en el ambiente universitario y era mucho más fácil. Tenía amigos de todas partes".

Ahora, en cualquier caso, no faltan las reuniones con los amigos senegaleses que llevan más tiempo en la ciudad. "Nos solemos juntar los sábados y cocinamos algún plato senegalés". ¿Qué es lo típico? "El plato nacional es thiebu dien, un arroz con pescado y muchas verduras", responde. Y añade entre risas: "Por mucho que se diga aquí, en Senegal tenemos mejor pescado". ¿Qué opina de la tan alabada cocina vasca? "Bueno, es rica, me gusta. Ya me he acostumbrado a ella". Eso sí, no puede ni con las gulas ni con los caracoles. "¡Es demasiado para mi!", confiesa.

Lo que sí le gustó desde el principio fue el paisaje donostiarra. "Vi tanto verde, que me encantó, porque me recordaba a mi tierra, que es la parte más verde de Senegal. Me sentí identificada, sobre todo viniendo de Cádiz, que es más desértico".

Más allá de la comida y el paisaje, resalta la necesidad de trabajar en favor del "intercambio cultural" entre la población autóctona y los ciudadanos llegados de otros países. "Las cuadrillas aquí son muy cerradas y eso empuja a los extranjeros a relacionarse sólo entre ellos, lo que no facilita el conocimiento mutuo", reitera. Gracias a su trabajo ha podido comprobar además que muchas personas albergan unos estereotipos "increíbles" en torno, por ejemplo, al África negra. De todas formas, ya empieza a haber alguna que otra "asociación mixta, de extranjeros y vascos, que irá fomentando ese intercambio", apunta. Y reconoce que esa realación debe trabajarse también entre los propios inmigrantes de diferentes nacionalidades.

Dacougna insiste que, "en general", no ha tenido dificultades en España por su origen, aunque "alguna vez" ha sido víctima de los prejuicios. "Hay quien ve una chica negra y piensa enseguida que es una prostituta". No tiene hijos, pero ¿le preocupa que si los tiene puedan sufrir problemas? "Un poco, porque como saldrán con un color ni blanco ni negro y los niños son como son, siempre pueden decirles algo", responde con naturalidad. Ella lo tiene claro: "Lo importante es educarles de manera que sepan que son tan de aquí como de Senegal. La identidad de una persona está compuesta por muchas pertenencias".

Al hablar de Senegal, aclara que allí "la gente no pasa hambre", pero sí quiere "mejorar sus condiciones de vida", por lo que abandona como puede el país. "Vienen a trabajar y aquí se necesita esa mano de obra", asegura. Por eso, para que estas personas no arriesguen su vida en el camino, insta al Gobierno español a conceder visados de residencia y trabajo temporales, "de cinco o seis meses". "Así se pueden controlar los flujos de inmigrantes", apostilla.

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