Dos buenas sorpresas en español en el último tramo de la competición
El duro filme argentino 'Crónica de una fuga' figura como candidato a algún premio
El festival de Cannes había guardado en la manga dos buenas cartas para clausurar la sección a concurso. La hispano-mexicana El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, y la argentina Crónica de una fuga, de Israel Adrián Caetano, que recibieron fuertes aplausos. Ambas películas se acercan a pasajes históricos recientes, aunque desde ópticas muy distintas. Mientras Guillermo del Toro habla de la posguerra española en términos de cine fantástico, el cineasta argentino se enfrenta con crudeza a un negro pasaje de las atrocidades de la dictadura militar en su país.
Una gran ovación recibió Crónica de una fuga tras su proyección oficial; y entre bastantes críticos comenzó a figurar de inmediato como firme candidata al Palmarés que se hará público esta noche. Es un filme impactante sobre uno de los muchos episodios atroces de la dictadura militar argentina, que desde 1976 a 1983 resolvió suprimir "sin límites morales ni materiales" a los llamados agentes de la subversión, "y también a sus colaboradores, a los simpatizantes, a los indiferentes y finalmente a los tímidos". Las detenciones ilegales, las torturas y en su caso las "desapariciones", conforman el decorado de esta historia de prisión, que paradójicamente se desarrolla en una casa residencial... adecuada para la tortura. La historia se centra en cuatro muchachos que lograron fugarse. Alguno de ellos tuvo relación con la guerrilla; otros, sin embargo, eran indiferentes a la política. Crónica de una fuga no propone algo que el cine argentino no haya tratado previamente con idéntico coraje, pero su impronta es enérgica, la tensión dramática insostenible, y extraordinaria la interpretación de los actores, especialmente Rodrigo de la Serna en el papel principal -un portero de fútbol detenido por la falsa acusación de otro detenido-. Durante la proyección se mantuvo un sobrecogedor silencio, roto al fin por la ovación entusiasta.
La otra sorpresa del día fue la película de Guillermo del Toro, un cineasta de talento amante del género fantástico. Desde Cronos, su primera película mexicana, pasando por aventuras en Hollywood -Mimic, Blade 2, Hellboy- y un filme español, El espinazo del diablo, Del Toro ha huido de términos realistas para dar paso al cómic, la fantasía, el horror, es decir, cuanto se entiende por imaginación pura. El director defendió en la rueda de prensa que los orígenes de la narrativa estuvieron en historias inventadas, y que fue al interesarse por historias reales cuando se hizo "cotilla". A pesar de que El laberinto del fauno sitúa su fábula en la posguerra española con el fondo de la resistencia maquis, a Del Toro no le incumbe lo que realmente pasó entonces sino su aspecto de cuento clásico con la eterna lucha entre buenos y malos. Doblemente cuento en El laberinto del fauno ya que habla de una niña solitaria que vive en un apartado lugar del campo bajo la autoridad intransigente de su padrastro, un cruel militar perseguidor de maquis. La niña descubre un fascinante laberinto habitado por un fauno que la somete a tres pruebas, para lograr ser reconocida como la princesa perdida de un mundo encantado. De hecho, son dos historias que no acaban de encajar entre sí, la de los sueños de la niña, y los de la resistencia política, concebida ésta con desparpajo por el joven cineasta mexicano. Ya fuera por la fascinación de sus imágenes, por el magnífico hacer del director, por el uso inteligente de efectos especiales o porque a última hora sorprendió en la competición una película de características tan poco frecuentes en un festival de cine, El laberinto del fauno recibió un fuerte aplauso y tuvo una animada rueda de prensa con el director, el productor mexicano Alfonso Cuarón y los magníficos intérpretes Sergi López, Maribel Verdú, Ariadna Gil y la niña Ivana Baquero.
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