El primero de los Objetivos del Milenio
La base del desarrollo de un país pobre es que sus habitantes no se mueran de hambre. Por eso, cuando hace seis años la ONU puso por escrito los llamados Objetivos del Milenio, lo tenía claro: el primero sería reducir a la mitad el porcentaje de personas que sufren hambre en el mundo. Ésa era la primera meta de las ocho que se recogieron en la Declaración del Milenio, un documento que firmaron los líderes políticos de 191 países y que se ponía como plazo el año 2015.
Pero por lo que se ha conseguido hasta ahora, las previsiones son pesimistas. La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió hace unos meses que con las actuales tendencias, ése objetivo no se logrará en la fecha prevista sino 146 años más tarde, en 2150.
Otro de los objetivos, el de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad en los niños menores de 5 años también dista mucho de hacerse real en ese plazo. Las cifras actuales son abrumadoras. 146 millones de niños sufren desnutrición, un 27% de la población infantil, según datos de la organización Unicef. Hace 15 años el porcentaje era del 32% por lo que la reducción ha sido sólo de cinco puntos. De la cifra total, 78 millones de esos niños viven el sur de Asia, en países como la India (47 millones), y 23 millones en África.
Ocho metas
Tampoco van por buen camino el resto de Objetivos del Milenio. Reducir a la mitad la mortalidad materna; el porcentaje de personas sin acceso al agua potable y saneamiento básico; eliminar las desigualdades de género; llevar la educación primaria a todos los niños; atender a las necesidades de los países menos adelantados y detener la propagación del virus del sida.
Todos estos objetivos están fuertemente ligados a la consecución del primero. Por ejemplo, una mujer africana con el virus del sida sigue dando de amamantar a su bebé porque no tiene nada que darle de comer. En ese acto le transmite el virus.
Pese al pesimismo de los hechos, la marcha simultánea de ayer en más de 350 ciudades del mundo, supuso un espaldarazo más a la consecución de esos objetivos. Más de un millar de personas participaron en la de Roma. En Monrovia, la capital de Liberia, (África Occidental), su presidenta Ellen Johnson-Sirleaf, fue a la cabeza de la manifestación seguida por miles de niños de un país que trata de recuperarse de la guerra civil finalizada en 2003.
Manifestaciones similares fueron seguidas en países de esa zona del continente y en el Cuerno de África, donde la sequía de los meses pasados amenaza con causar la muerte de 40.000 niños. En Nairobi, la capital de Kenia, salieron miles de niños vestidos con camisetas blancas del Programa Mundial de Alimentos para denunciar la situación que viven.
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