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El Ararteko Iñigo Lamarca propone crear un tercer espacio para el proceso de paz

El País

El Ararteko, Iñigo Lamarca, propuso ayer elevar al primer plano del proceso de paz a las víctimas del terrorismo, hasta el punto de crear un tercer espacio que comparta protagonismo con las mesas de paz.

En un artículo publicado en la revista Bake Hitzak, Palabras de paz, de Gesto por la Paz, Lamarca asegura que además de las dos mesas que se pretenden crear para consolidar el proceso de normalización, -una ETA-Estado y otra de partidos- habría que crear "un tercer espacio" en el que las víctimas afronten la tarea titánica de interiorizar profundamente los valores de respeto a los derechos humanos.

El Ararteko considera que en ese foro debería participar la sociedad entera, los partidos, las instituciones y las administraciones concernidas por la cuestión. Además, subraya que "es de justicia" que las víctimas de la violencia terrorista incluyendo a familiares y amigos de las personas asesinadas, así como a las personas que han sobrevivido a la amenaza de muerte y a la coacción, ocupen "un lugar destacado como protagonistas voluntarios que han sido de un ataque salvaje y cruel contra los valores democráticos".

Testimonios

De esta forma, las víctimas aportarían sus testimonios y sus propuestas con el fin de que se reconozca el grado de responsabilidad que "hemos tenido los vascos en no haber puesto fin tras el advenimiento de la democracia a la violencia con fines políticos", como ocurrió en Cataluña con Terra Lliure. El Defensor del Pueblo Vasco considera que el objetivo es "regenerar el tejido moral de la sociedad vasca para hacerlo inmune a la violencia".

Un espacio para la regeneración democrática en el que Iñigo Lamarca cree que deberían participar también "activamente" las víctimas del GAL: "Querer situarnos en posiciones avanzadas en la defensa y respeto de los derechos humanos implica, desde luego, abogar y trabajar por unas instituciones autoexigentes con niveles máximos de calidad democrática, donde no quepa sombra alguna de duda sobre el respeto radical de los derechos humanos en los ámbitos de actuación de los poderes públicos".

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Tras emplazar a "no descargar la responsabilidad de esas tareas" sólo en las instituciones, el Defensor del Pueblo llamó a la participación e involucración activa de toda la sociedad, "de cada uno de los hombres y mujeres que conformamos esta sociedad llena de heridos sangrantes".

A su juicio, el compromiso político, social e institucional de la erradicación de la violencia y el valor de la no violencia serán elementos básicos en las sociedades democráticas avanzadas y signo inequívoco de civilidad. "Por el contrario, países y sociedades que no hayan sido capaces de desterrar la violencia de su seno serán calificados como bárbaros y no democráticos", concluyó.

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