Hermoso de Mendoza, por la puerta grande
Pablo Hermoso de Mendoza fue ayer el triunfador indiscutible del festejo de rejoneo. Cortó dos orejas, que pudieron ser tres, y salió a hombros por la puerta grande entre el fervor de un público que se emocionó durante la lidia de sus toros con el dominio y la perfección de este número uno del toreo a caballo actual. No le ayudaron los toros, pero es tal la ilusión que derrocha, el hambre de triunfo que demuestra y, sobre todo, conoce tan bien todos los resortes del arte ecuestre que, antes o después, encuentra siempre el camino del éxito.
Ayer estrenó caballos que comenzaron a torear en diciembre. Con los nuevos y con los veteranos realizó un rejoneo de altísima escuela. Baste como ejemplo el perfecto derechazo que dibujó en el primero para colocarlo en suerte y clavar un rejón de castigo; o su sentido del temple a dos bandas, o los quiebros milimétricos para colocar banderillas. Hermoso de Mendoza emociona con la misma rapidez que llega a los tendidos de principio a fin de cada faena. Le tocó el toro más manejable de la corrida, el quinto, y se lució en todos los tercios. El punto culminante llegó con las banderillas cortas a dos manos, que precedió a un rejón trasero que provocó un profundo derrame del toro, lo que impidió que le concedieran la segunda oreja.
Bohórquez / Moura, Hermoso, Montes
Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, correctos de presentación, muy mansos y descastados. João Moura: rejón a la media vuelta y tres descabellos (silencio); dos rejones tendidos, cuatro descabellos -aviso- y un descabello (silencio). Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo y rejón trasero (oreja); rejón trasero (oreja). Salió a hombros por la puerta grande. Álvaro Montes: dos pinchazos y rejonazo (ovación); rejón bajo (oreja). Plaza de las Ventas, 19 de mayo. Décima corrida de feria. Lleno.
Es una delicia ver torear a caballo a dos consagrados maestros de este arte secular, que han alcanzado la perfección en todas las suertes. Qué pena que el toro moderno imponga su ley de mansedumbre y falta de casta e impida la emoción que conlleva el magisterio de João Moura y Hermoso de Mendoza. Ambos poseen unas cuadras magníficas y una dilatada experiencia personal que los ha convertido en los máximos exponentes del rejoneo. Fallaron los toros de Fermín Bohórquez, mansos, rajados y distraídos, justo lo contrario de lo que necesita el rejoneo, un toro encastado que persiga a las cabalgaduras.
Aun así, a pesar de que Moura no dio ni una vuelta al ruedo, hay que reconocerle su dominio de las monturas y su extraordinario sentido del temple. Es la solera a caballo. Quizá con los años ha perdido el resorte para levantar pasiones, pero es admirable su facilidad para clavar y su perfecto conocimiento de los terrenos y las distancias.
Álvaro Montes es la ilusión y la fortaleza de la juventud. Esperó a sus dos toros en la boca del túnel de toriles para resucitar la suerte de la garrocha, de tanto sabor campero. Desafortunadamente, ninguno de los dos le permitió el lucimiento por su falta de codicia. Montes es un rejoneador espectacular que busca el aplauso fácil, abusa de las carreras y las cabriolas, pero se le debe reconocer su progresión y su acierto a la hora de clavar. Ayer, sin embargo, falló con las banderillas largas al violín y rectificó en la misma suerte con las cortas, dejándose atropellar la cabalgadura. Expone tanto los caballos en la cara del toro que uno resultó herido en el sexto cuando se preparaba para colocar banderillas. Tuvo en ese toro una actuación completa y cortó una merecida oreja.
Babelia
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