Luz de Egipto

El proyecto investigativo y estético de Pannullo en torno a los bailes urbanos mezclados con expresiones tan particulares como el butoh japonés, el ballet clásico o el expresionismo ha comenzado ya a dar un fruto estable. La compañía, que basa su programa en la heterogeneidad, se compone de 10 bailarines que aportan elementos aparentemente divergentes como pueden ser los rigores de la gimnasia rítmica y los elementos ancestrales de su último gran descubrimiento: los derviches egipcios.

Con un formato cercano a la suite, el concierto de bailes se estructura en una progresión hacia lo íntimo, donde el baile solista engarza sobre estructuras corales. La música de Stevens es un fuerte imán que Pannullo utilizó brillantemente anteayer devolviendo a las iluminadas piedras del templo egipcio su poder y su fuerza; el derviche manifiesta una danza expansiva y acrobática que el vestuario de geometría colorista acentúa en efectos ópticos impresionantes; el bailarín japonés, por su parte, ofrece un recital concentrado donde la tensión viaja en sentido inverso a la expansión musical.

Hay también un paso a dos de gran impacto donde el bailarín y la bailarina dibujan su poder escultórico ayudados por un elemento circular; esta pretensión de lo escultórico ha estado esta vez más presente que otras, probablemente en un intento de dimensionar la danza dentro del entorno monumental.

El entrenamiento a que Pannullo somete a sus artistas se ha diversificado y la paleta es hoy más rica de matices, evoluciones y figuras, mostrando una plenitud admirable.