¿Dónde está mi dinero?
Muchas son las personas que deciden invertir sus ahorros para obtener algún tipo de rentabilidad y amplio es el abanico de posibilidades que nos ofrece el mercado para este fin: desde fondos de pensiones, bancos, aseguradoras, títulos valores... La cuestión es ¿cuánto estamos dispuestos a invertir?, ¿cuánta rentabilidad queremos obtener y en qué plazo?, ¿qué tipo de garantías respaldan nuestra inversión?; sin garantías, ¿estamos dispuestos a arriesgar? Todo el mundo quiere obtener una alta rentabilidad por su dinero, y si ésta se produce en el menor tiempo posible, mejor que mejor. Pero nadie da duros a cuatro pesetas: debemos estar seguros de lo que vamos a hacer, de dónde vamos a invertir nuestros euros, si no queremos preguntarnos un día dónde está nuestro dinero.
El ahorrador es libre de invertir sus ahorros donde le plazca, pero también ha de ser responsable a la hora de afrontar los riesgos que dicha inversión pueda implicar, máxime cuando su inversión no está garantizada por la ley. El hecho de que nuestro ordenamiento no proteja estas inversiones no significa que sean ilícitas o delictivas: el delito lo comete quien estafa al Estado, quien falsea documentos, quien blanquea capitales, porque así lo dispone el Código Penal. Pero el perjuicio que se causa al ciudadano no es el mismo si estos delitos los comete un banco o una de las empresas que acaban de ser intervenidas. Es obligación del Gobierno modificar la ley para que los ciudadanos no se encuentren jurídicamente desprotegidos ante estas situaciones, aunque me pregunto si, con la nueva regulación, será posible seguir obteniendo altas rentabilidades en cortos plazos de tiempo invirtiendo en este tipo de productos.
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