46 asaltos dejan 30 muertos en comisarías de São Paulo
La policía atribuye los ataques a una banda que quiere impedir el traslado de sus presos
Al menos 30 muertos, entre ellos 14 policías, y cerca de 40 heridos, la mitad agentes de seguridad, era a última hora de ayer el balance provisional de los ataques a diversas comisarías de varias ciudades del Estado brasileño de São Paulo. Los 46 asaltos, llevados a cabo casi simultáneamente entre la noche del viernes y la mañana de ayer, fueron achacados a una banda que se opone a que sus presos más peligrosos sean trasladados a cárceles alejadas de la capital paulista.
Los ataques se produjeron principalmente en la zona sur y este de la ciudad de São Paulo, y en los municipios de Osasco, Guarulhos, Curapicuiba, Mogi Mirim, Cubatão y Guarujá. Fueron casi simultáneos y de una ferocidad insólita en Brasil. A pesar de la creciente violencia, el enfrentamiento entre bandas armadas y policías de ayer es el que ha dejado más muertos en la historia del país.
Los principales sospechosos de ordenar los ataques son los miembros de uno de los grupos criminales que actúan dentro de las cárceles de máxima seguridad del Estado, el denominado Primer Comando de la Capital (PCC). Éste, además de enfrentarse a la policía, mantiene una guerra sangrienta con un grupo rival llamado Comando Rojo.
Las dos bandas criminales tienen cabecillas que actúan desde dentro de los presidios y lugartenientes que combaten fuera. Las dos se disputan tanto el liderazgo dentro de las cárceles como el de las operaciones delictivas, principalmente de narcotráfico, en la capital paulista. Las facciones de internos se ayudan entre sí a la hora de vivir en los penales o para fugarse de ellos.
Las autoridades creen que los ataques a las comisarías de la noche del viernes y de la mañana de ayer fueron la respuesta de los criminales a la gran operación policial llevada a cabo en el Estado de São Paulo para transferir de la capital a 765 presos muy peligrosos hacia las nuevas cárceles construidas en la zona interior del Estado, a unos 300 kilómetros de la ciudad de São Paulo. El objetivo de este traslado de presos era justamente el de rebajar el poder de los más peligrosos alejándolos del punto neurálgico del crimen.
La policía vio venir el ataque y, a pesar de ello, perdió al menos a 14 agentes en el enfrentamiento. En la tarde del pasado viernes, la policía, advertida de las intenciones de los delincuentes, interrogó a ocho miembros del PCC para obtener detalles del ataque. No obtuvo nada y, poco después, los asaltos ya empezaban a producirse.
En la mañana de ayer, el secretario de Seguridad Pública del Estado de São Paulo, Castro Abreu Filho, en su primera aparición pública tras los enfrentamientos, adelantó que era probable que el número de muertos (30) aumentase en las próximas horas o días debido a que había delincuentes y agentes heridos de gravedad. Ya por la tarde, la cúpula de la policía paulista se reunió para analizar la oleada de ataques a las comisarías. Junto a Abreu, participaron en la reunión el delegado general de la Policía Civil, Marco Antonio Desgualdo; el comandante de la Policía Metropolitana, Eliésio Rodrigues, y el de la Policía Militar, coronel Elizeu Eclair Teixeira Borges.
Mientras esta reunión se celebraba, en 21 penales del Estado -donde se concentra el 40% de la población carcelaria del país-, los presos mantenían a 112 rehenes. Los dos primeros motines se produjeron en los penales de máxima seguridad de Avaré (262 kilómetros del oeste de la ciudad de São Paulo) y en Iaras (282 kilómetros al noroeste). En ambas cárceles hay presos del PCC.
Aunque el de ayer fue el mayor ataque a comisarías de policía del país, no es el primero en São Paulo. A finales del año pasado, tres comisarías paulistas fueron asaltadas por miembros del PCC y, en enero pasado, este mismo grupo atacó el destacamento de la Policía Militar del lujoso barrio de Morumbi.
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