Bendita distorsión

Un elefante en una cacharrería. Para hacerse una idea aproximada de cómo suena Konono número 1, habría que imaginar aceite hirviendo en una gigantesca sartén, unas cacerolas entrechocándose y silbatos, pasado todo por los altavoces más baratos del mercado.

Embisten los likembés -instrumento con láminas metálicas ancladas a una caja de madera que se conoce también como piano de pulgar-. Música cruda, intensa y repetitiva: la polirritmia más salvaje y caótica, con suficiente saturación y distorsión para que este grupo de la República Democrática del Congo cause impacto.

La Orquesta Todopoderosa Likembé Konono nº 1 -ése es su nombre oficial-, que dirige el septuagenario Mawangu Mingiedi, se vio forzada hace unos cuantos lustros a amplificar sus instrumentos percusivos con el fin de hacerse oír en la ruidosa Kinshasa. Y lo consiguió a base de adaptar micrófonos hechos a mano con imanes rescatados de coches usados y de proyectar su música tradicional de trance a través de vetustos lanza voces -altavoces cónicos- del periodo colonial. Aquella indeseada característica sonora es precisamente la que ahora los hace únicos y convierte a Konono en objeto de deseo tanto de aficionados al rock experimental como a la música electrónica.

Su actuación el viernes en La Casa Encendida de Madrid era su primer concierto en España y el final de una gira que les ha llevado por 22 ciudades europeas. La cantante Björk acaba de grabar con sus likembés en Bruselas y están invitados al ciclo Steve Reich que se celebrará en otoño en el Barbican de Londres.

El pasado verano, incomprensibemente, ningún festival de los que se organizan en España los quiso. Al representante de Konono nº 1 le trae sin cuidado, porque hoy, a sus congoleños, se los rifan.