Sugestivo paseo por la utopía

Los sueños, los deseos, los paisajes imaginarios se acercaron hasta hacerse tangibles el pasado fin de semana en Sant Mori, el pueblo del Alt Empordà que ha acogido la tercera edición de MAPA (Mayo, Arte, Paisaje y Acción), un singular festival ideado por Tomàs Aragay, Sofía Asencio, Ernesto Collado y Mireia Serra. La frontera entre lo posible y lo imposible se difuminó y los peajes de la autopista dieron paso a un mundo en el que, de repente, otra realidad era posible. Más de medio millar de personas de todas las edades se congregaron alrededor de las propuestas de la Célula Sant Mori, el organismo o "microorganismo", como ellos mismos se definen, organizador del evento con el apoyo del Instituto Catalán de Arte Contemporáneo (ICAC), dependiente de la Generalitat.

Dedicado al site specific art o producciones efímeras creadas en unas coordenadas, las de espacio y tiempo, irrepetibles, MAPA ha vuelto a reunir a una serie de artistas a los que se les ha propuesto un trabajo de investigación y creación en una localización concreta de Sant Mori y alrededores sobre un tema genérico, que este año era el de paisajes utópicos. Los referentes sugeridos por la organización iban desde el cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Gustav Mahler hasta Imagine, de los Beatles, pasando por Las visiones, de Bill Viola; El milagro secreto, de Borges, y los dibujos de Escher. Sin embargo, el logro de MAPA, que algo tiene también de utópico, es saber conjugar la creación contemporánea con las propuestas de carácter lúdico y popular. Una de las utopías hechas realidad fue la perfecta convivencia de todos, el buen rollo y la fluidez del programa. Otra, que la paella para 350 comensales del pasado domingo saliera tan rica. Tras la comida dio inicio el digestivo itinerario de tres horas que daba a conocer los trabajos de los artistas.

Propuestas de lo más variopintas nos fueron guiando por el pueblo y por el bosque en un precioso paseo sazonado por las plantas aromáticas que bordean los caminos. Simona Levi, al frente del proyecto Conservas, y Agnès Mateus dieron el pistoletazo de salida desde el balcón del Ayuntamiento con una encuesta popular sobre el derecho a la vivienda: una performance irónico-crítica, la que plantearon ambas vestidas de azafatas, en la que quedaba claro que lo de la vivienda digna es un buen ejemplo del concepto de utopía. La bailarina y coreógrafa turca Filiz Sizanli nos adentró en el bosque para trazar una utopía muy distinta, más poética e inmaterial, que pasaba por vincular el paisaje que nos rodeaba con una enorme reproducción fotográfica de un paisaje muy parecido. Éste nos condujo hasta otro escenario en el que Pequeña Cañadas y Osario, una simpática pareja de transformistas, nos "levantaron el estómago", como ambas-ambos pretendían, con un par de actuaciones en play-back y un montón de comentarios e interpelaciones al público, parte del cual, el de origen rural, no daba crédito a lo que veía y oía. La antiutopía, en este caso, quedaba al descubierto bajo sus vestidos en más de una ocasión. Un grupo de artistas franceses, los Aquí Mismo, presentaron una curiosa instalación integrada en el bosque en la que el paseante acababa por descubrirse a sí mismo, a través de los espejos apostados en los árboles, con lo que pasaba a formar parte del paisaje utópico planteado por ellos. Agnès Mateus fue la protagonista de la acción más sorprendente al emerger de la tierra como un conejo tocada con un arbusto reseco. Bea Fernández, fundadora del colectivo Las Santas, reflexionó sobre el espacio y la especulación en una acción algo anodina. El recorrido finalizó con la pieza musical de Xavi Sabata, Judith Farrés y Dani Zapico, una propuesta que había que seguir con los ojos cerrados. Josep Puigbert dio el toque dulce con una instalación en forma de pastel de chocolate.