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AL VOLANTE
Columna
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Calidad y consumo

El 207 se parece al 206 y mantiene su estilo deportivo con detalles más elaborados. Pero basta acceder al interior para apreciar un cambio profundo y un gran salto de calidad, tanto en el diseño como en los materiales y sobre todo en la solidez que transmite, similar a la de un coche más grande. Además tiene unos mandos muy intuitivos de usar y unos asientos delanteros amplios que sujetan bien, al menos en el acabado XS Pack de la prueba.

Un turbodiésel limpio y eficiente

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La última estrella emergente

La versión intermedia en la gama turbodiésel del 207 equipa el moderno motor 1.6 HDi, que incluye avances como bloque de aluminio y culata de 16v., y es uno de los propulsores más limpios y eficientes del mercado. La unidad de pruebas equipaba la versión de 90 CV con cambio manual de cinco marchas, que mueve bien el peso y es más que suficiente si no se viaja a menudo muy cargado. Así, responde con elasticidad desde apenas 1.000 revoluciones, sube de vueltas de forma uniforme sin que se note el turbo y se estira hasta las 4.000 enlazando las marchas con brío. Funciona siempre bien, pero rinde mejor a medio régimen, lo que resulta muy apropiado en ciudad y carreteras viradas, porque tiene fuerza siempre que se necesita y apenas exige reducir. Sólo resulta algo ruidoso en las marchas cortas, y tiene un cambio de accionamiento mejorable, tanto en tacto como en recorridos de palanca.

En contrapartida, los consumos son muy bajos y sitúan a este 207 entre los coches más austeros: gasta poco más de cinco litros en conducción suave, sube a siete en ciudad y es difícil pasar de ahí, incluso estirando las marchas.

Más consistente que deportivo

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El aumento de tamaño, peso y distancia entre ejes aporta al 207 un comportamiento y una consistencia muy superiores a las del 206, y a la altura de un buen familiar compacto, como el 307. No se aparca tan bien en ciudad, porque mide 20 centímetros más que el 206, ni tiene unas reacciones tan ágiles y deportivas en los trazados más virados, pero circula con un aplomo sorprendente en carretera y viaja mucho más asentado, en especial si se elige un acabado medio o superior, que vienen de serie con llantas de 16 pulgadas.

El resultado es una conducción de calidad que se aprecia desde el primer momento, tanto en los mandos como en la rodadura y en la forma de absorber los baches. Sorprende el tacto de la dirección, bastante blanda en ciudad y más dura de lo habitual en carretera, lo que exige más esfuerzo al conductor. Pero se comporta muy bien en todos los trazados, gira plano en las curvas sin apenas balanceos de carrocería y tiene una estabilidad a toda prueba. Sólo resulta menos ágil que el 206 en cambios de dirección y curvas enlazadas, porque acusa el peso.

Los frenos son potentes y precisos, y tiene un buen ABS, pero el control de estabilidad ESP se paga aparte (500 euros), una carencia destacable en un coche nuevo.

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