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Cinco muertos en choques armados en la frontera de Kirguizistán

Pilar Bonet

Cinco personas resultaron muertas y varias heridas en la madrugada de ayer en dos enfrentamientos que ocurrieron en la frontera entre Kirguizistán y Tayikistán, en la región kirguiza de Batken, una zona de escarpado relieve cerca de la cual confluye también la frontera con Uzbekistán.

Los enfrentamientos fueron protagonizados por un grupo de personas armadas que irrumpieron en Kirguizistán desde Tayikistán, y se produjeron justamente la víspera de cumplirse el primer aniversario de la represión policial contra un grupo de manifestantes en la ciudad uzbeka de Andizhán, en el valle de Ferganá, a consecuencia de la cual perecieron 187 personas, según datos oficiales, y de 700 a 1.000, según los defensores de derechos humanos. Los sucesos de hace un año y los de ayer no están aparentemente relacionados, tienen distinta magnitud y han ocurrido en puntos distantes de una misma región. Ambos, sin embargo, son manifestaciones de la inestabilidad existente en una zona del mundo aquejada de graves problemas económicos y sociales.

Según informaciones incompletas, los muertos son cuatro funcionarios kirguís (entre guardafronteras y aduaneros) y un incursor, que fue identificado como ciudadano de Tayikistán y delincuente por el viceministro del Interior de este país. El servicio de prensa de las tropas fronterizas de Kirguizistán, por su parte, manifestó que se trataba de un "grupo armado ilegal" contra el cual se ha iniciado una operación antiterrorista. El servicio TsentrAsia, en su página de Internet, señalaba que podría haberse tratado de una caravana de narcóticos que circulaba desde Afganistán a través de Tayikistán, protegida por una escolta de bandoleros armados.

Organización terrorista

En 1999 y 2000, guerrilleros vinculados al Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU) realizaron varias incursiones en Uzbekistán a través de la región de Batken. El MIU, que tenía bases de entrenamiento en Afganistán, está incluido en la lista de las organizaciones que EE UU considera terroristas y ha sido furibundamente perseguido por las autoridades uzbekas. Éstas justificaron el año pasado la sangrienta represión contra los manifestantes de Andizhán, alegando que se trataba de una insurrección de peligrosos extremistas religiosos armados. Una veintena de personas fueron condenadas a penas de cárcel y no se permitió una investigación independiente de los sucesos.

Tras la represión de Andizhán, el presidente uzbeko, Islam Karímov, cambió de política y cerró filas con Rusia, tras obligar a los norteamericanos a abandonar las bases donde se habían instalado en 2001 para luchar contra los talibanes en Afganistán. En la localidad rusa de Sochi, en el mar Negro, Karímov se reunió ayer con el presidente ruso, Vladímir Putin, y abogó por un reforzamiento de la integración entre los dos países para afrontar las amenazas exteriores. Putin valoró muy positivamente el acuerdo de alianza firmado entre los dos países.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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