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Crisis en el tripartito de Cataluña

Maragall expulsa a ERC del Gobierno catalán y anuncia elecciones anticipadas para otoño

Esquerra Republicana estaba sobre aviso: un no al Estatuto significaba, irremediablemente, la quiebra del tripartito y su salida inmediata del Gobierno. Ayer se consumó la amenaza. El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, destituyó a los seis consejeros republicanos de su Ejecutivo. De repente, Cataluña se sumergió en periodo preelectoral. Y por partida doble. El 18 de junio se celebrará el referéndum del Estatuto, con una campaña que se prevé encarnizada, y elecciones anticipadas en otoño. La decisión del presidente configura un panorama político de imprevisibles consecuencias en Cataluña. Consecuencias políticas, por una parte, por el incierto resultado del referéndum y un complicado escenario poselectoral de alianzas. Y consecuencias administrativas, pues deja a seis departamentos de la Generalitat descabezados.

El Ejecutivo se agrupará provisionalmente en áreas de gobierno y el presidente no descarta nombrar nuevos consejeros
Carod tilda de "error gravísimo" la destitución de los seis consejeros de ERC, pero no rechaza la reedición del tripartito
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Los consejeros destituidos son: Josep Bargalló (primer consejero), Marta Cid (Educación), Josep Huguet (Comercio y Turismo), Anna Simó (Bienestar y Familia) y los flamantes Manel Balcells (Universidades) y Xavier Vendrell (Gobernación), autor de las cartas que exigían a trabajadores de la Generalitat el pago de cuotas a Esquerra, caso que investiga la Fiscalía.

Maragall meditó mucho su decisión, que ayer calificó de "dolorosa" y "difícil". Pero una vez adoptada no le dolieron prendas con el objetivo, dijo, de asegurar el triunfo del el 18 de junio. Ayer, quienes le vieron afirmaron que el presidente se sentía "aliviado".

La crisis ha durado nueve días, desde que aquel significativo martes dos de mayo en que las asambleas republicanas propinaron un serio revolcón a sus dirigentes y, en contra del criterio oficial, apostaron por votar no al Estatuto en el referéndum. La dirección de ERC, que reiteradamente descartó esta opción, lejos de intentar convencer a sus bases, la asumió sin rechistar y alguno de sus dirigentes con gran entusiasmo.

Dificultades de Maragall

Aquel día, Esquerra se sabía sentenciada, pues Maragall ya había advertido a los republicanos que un no al principal proyecto de la legislatura (tras 23 años de Convergència i Unió) era incompatible con su permanencia en el Gobierno, como recordó el presidente en una alocución oficial en la tarde de ayer. Dicho y hecho. Aunque las dificultades, dentro y fuera de su partido, no han sido baladíes.

Maragall ha tenido que batallar primero con el PSOE y las reticencias del entorno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y, después, con la de sus socios de Iniciativa Verds. Unos y otros le expresaron sus temores a que una expulsión de Esquerra desembocara en una incendiaria campaña de los republicanos contra el Estatuto y el mismo Ejecutivo catalán, lo que podría poner en peligro una contundente victoria del en el referéndum. De rebote, la medida podía salpicar a Zapatero y a la propia estabilidad parlamentaria de su Gobierno.

Con el fin de evitar tal escenario, el presidente intentó pactar con los republicanos su salida del Gabinete, pero sus compañeros del PSC y la propia realidad le convencieron de lo titánico de su ambición. Prueba de ello es que los republicanos han necesitado toparse con un decreto de destitución al negarse a abandonar por su propio pie los departamentos. "De aquí no se va nadie, tendrán que echarnos", manifestaba gráficamente el líder de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, en una matutina entrevista radiofónica. Eso es lo que hizo Maragall.

El presidente catalán llegó por la mañana a su despacho oficial ya con la decisión tomada. Sólo le faltaba comunicarla a los implicados. A primera hora lo hizo con el primer consejero, Josep Bargalló. Después pasó por el despacho su socio ecosocialista, Joan Saura, consejero de Relaciones Institucionales. No fue una entrevista satisfactoria para los intereses del presidente. Saura le expresó su desacuerdo con la expulsión de Esquerra y rechazó que su partido asumiera la titularidad de más departamentos. Paradójicamente, fue Saura quien comunicó a la prensa la decisión presidencial.

Pacto del Tinell

Mientras eso sucedía, Carod Rovira entró en el despacho de Maragall conociendo el destino de sus seis compañeros de partido. No serán los únicos que abandonarán la administración. Carod manifestó que a los seis consejeros les acompañarán sus cargos de confianza, alrededor de un centenar. El líder de ERC lo vendió como una revancha, pero es una consecuencia lógica en cualquier cambio en la titularidad de una cartera autonómica o ministerial. Carod, que calificó la medida de "error gravísimo", no dudó en culpar al presidente catalán y a las presiones, en este sentido, del PSOE, de la marcha de Esquerra y de haber finiquitado el primer Gobierno de izquierdas en Cataluña desde la II República. A pesar de su diatriba contra Maragall, Carod Rovira, contrariamente a lo expresado 24 horas antes, no cerró la puerta a una hipotética reedición del tripartito, aunque "no en las condiciones actuales".

Tampoco Maragall descartó repetir la experiencia de izquierdas pues, en su opinión, "el proyecto político y social que dio lugar al Pacto del Tinell tiene pleno sentido más allá de las circunstancia de este momento".

La destitución de los republicanos obliga a una profunda remodelación de la estructura del Ejecutivo. De forma provisional, se agruparán áreas de gobierno, si bien Maragall no descarta nombrar a nuevos consejeros. De esta forma, la consejera de Salud, Marina Geli, asumirá Bienestar y Familia y Educación; Joan Saura, Gobernación; Comercio y Turismo se lo repartirán Antoni Castells, de Economía, y Jordi Valls, de Industria y Trabajo. Maragall todavía no ha decidido a quién nombrará primer consejero y si cubrirá esta vacante.

El empresariado catalán salió en tromba contra la clase política catalana y expresó su "preocupación" por la situación de "interinidad" y de "no gobernabilidad" en la que queda el Gobierno catalán, lo que perjudica la economía. Fomento del Trabajo exigió a los dirigentes "que dejen de lado el tacticismo a corto plazo en el que se ha instalado la política catalana desde hace meses".

Josep Lluís Carod, a la izquierda, y Pasqual Maragall, ayer ante el Palau de la Generalitat.
Josep Lluís Carod, a la izquierda, y Pasqual Maragall, ayer ante el Palau de la Generalitat.JOAN SÁNCHEZ

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