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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Desmontaje del 'Quijote'

Conviene comenzar por advertir al lector que este filme, la ópera prima de un licenciado en Filología y lector de novelas de caballería, seleccionado por la Quincena de Cannes e interpretado por actores no profesionales, no está, decididamente, hecho ni para espectadores habituales ni para públicos impacientes. En puridad, más reflexión sobre el presumible carácter real de Don Quijote y su escudero Sancho que sobre las heroicas o paródicas aventuras del ingenioso hidalgo y de su sentencioso compañero, Honor de caballería es más un artefacto lingüístico a propósito de un libro tantas y tantas veces llevado a la pantalla que la ilustración de éste. Porque, a pesar de que se reproducen algunos episodios de su trama (la prisión del caballero andante, los galeotes), lo cierto es que aquí lo que predominan, y cómo, son los silencios, un cierto panteísmo, las charlas cotidianas de dos personas, una, sencillamente un simple (Sancho), la otra, un orate; apacible, transido por un ideal místico de raíz cristiana, sí, pero un orate al cabo.

HONOR DE CABALLERÍA

Dirección: Albert Serra. Intérpretes: Lluís Carbó, Lluís Serrat, Albert Pla, Glynn Bruce. Género: drama. España, 2006. Duración: 110 minutos.

Más información
Tráiler de 'Honor de caballería'

Hay en el filme un deseo casi vehemente de despojar la trama de cualquier presunción de identidad con el original. "¿Serías Sancho si no hubiera el Quijote?", pregunta en un determinado momento un, a su nivel, locuaz Albert Pla (el único cameo ilustre que el filme se permite, por cierto) al escudero. "No sé", es la precisa réplica de éste. Y en cuanto a los diálogos de Don Quijote, la mayoría son comentarios sobre el calor, sobre si Sancho ronca, sobre si tiene ganas o no de pegarse un chapuzón en un río.

Pero, a pesar de que este verdadero desmontaje del héroe más singular de la literatura española se antoja casi ofensivo, no caben dudas respecto a que hay detrás de la operación un atinado trabajo de reflexión no ya sobre qué significa adaptar un texto clásico, o su virtual imposibilidad, para ser más precisos, sino un cuidadoso discurso cinematográfico hecho desde la más honda tradición de la experimentación, con guiños indisimulables al cine de Robert Bresson, que hizo algo similar con Lancelot du Lac; al quietismo poético de Yasujiro Ozu, que Serra reconoce como una de sus influencias mayores, y hasta de Ermanno Olmi y su despojado sentido del realismo.

Está rodada en condiciones de luminosidad limítrofes, en ocasiones, con la pura sombra; resultará ofensiva a quienes se acerquen a ella esperando encontrarse con el reconfortante Quijote de siempre; pero para quien esto firma es una de las más arriesgadas, valientes y decididamente marcianas propuestas nacidas del cine catalán en muchos, muchos años.

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