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Prodi logra que el ex comunista Napolitano se convierta en presidente de Italia

La coalición de Silvio Berlusconi rompió el tradicional consenso y votó en blanco

Enric González

Giorgio Napolitano, militante comunista durante más de medio siglo, fue elegido ayer presidente de la República italiana. La hostilidad entre la izquierda de Romano Prodi y la derecha de Silvio Berlusconi se plasmó una vez más en la votación definitiva de los 1.009 senadores, diputados y representantes de las regiones: Napolitano obtuvo sólo 543 papeletas procedentes de sus propias filas, mientras la oposición, rompiendo la tradición republicana del consenso en la elección del jefe del Estado, votó en blanco. La investidura del nuevo presidente está prevista para el lunes.

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Un camarada moderado y respetado

Prodi se mostró inmensamente feliz, porque su coalición mantuvo la disciplina de voto y porque se despejó al fin el último obstáculo a su nombramiento como primer ministro. Se esperaba que el encargo de formar Gobierno le llegara el martes. "Sólo lamento", dijo Prodi, "que la Casa de las Libertades no haya entendido que Napolitano será verdaderamente el presidente de todos".

También Berlusconi podía sentirse satisfecho. Logró imponer su estrategia de "oposición total" sobre un amplio sector de su coalición que no veía inconvenientes en respaldar a Napolitano y relajar un poco la tensión política, contabilizó poquísimos francotiradores en sus filas (sólo dos o tres democristianos rompieron la disciplina de voto) y pudo pronunciar una frase largamente preparada: "La izquierda ha concluido hoy la ocupación de todas las altas instituciones del Estado, pese a representar a menos de la mitad del país".

Berlusconi mantuvo un tono belicoso, de campaña, con la vista puesta en las municipales y regionales del 28 de mayo. "Nos acusaron durante cinco años de abusar de nuestra mayoría. Bien, está a la vista de todos lo que hace la izquierda en cuanto obtiene una ínfima mayoría", declaró Il Cavaliere. El sector más ultramontano de la coalición berlusconiana, representado por la Liga Norte, fue más lejos: "No reconocemos a este presidente", proclamó el ex ministro Roberto Calderoli. "Sí, sí lo reconocemos, somos personas razonables", tuvo que corregirle Berlusconi.

La izquierda italiana celebró una fiesta póstuma: con el triunfo de Napolitano, de 81 años, se rompió el tabú que desde 1948 cerraba al Partido Comunista el acceso a la jefatura del Estado. Ya no existía el PCI, transformado en Demócratas de Izquierda, y la guerra fría concluyó hace tiempo, pero muchos ciudadanos vieron en el nuevo presidente el símbolo de una superación definitiva del pasado. "Hoy ha muerto la Primera República", dijo el centrista Clemente Mastella, "y se abre una fase completamente nueva". Hasta el Vaticano celebró el acontecimiento. "También los católicos nos sentimos felices", subrayó el cardenal Achille Silvestrini. "Los tiempos han cambiado y ya nadie piensa en la conventio ad excludendum contra los comunistas", agregó.

El presidente de los Demócratas de Izquierda, Massimo d'Alema, fue a la vez el gran derrotado y el gran vencedor moral de la jornada. D'Alema aspiraba al principio a la presidencia de la Cámara de Diputados, pero tuvo que cederla a Fausto Bertinotti, de Refundación Comunista, cuando éste la exigió sin admitir otras opciones. Luego se perfiló como un buen candidato a la presidencia, pero el centroderecha amenazó con no presentarse en el Parlamento si se concretaba la candidatura de D'Alema, calificado de "excesivamente partidista". Y D'Alema volvió a renunciar, esta vez a favor de Napolitano. Massimo d'Alema, al que incluso algunos compañeros de partido consideraban maniobrero y egoísta, adquirió con esos gestos un insospechado perfil de estadista generoso.

"Aún no tengo cerrada la lista de los ministros, pero confío en que D'Alema forme parte de mi Gobierno", dijo Prodi. Para el dirigente poscomunista estaban preparadas una vicepresidencia y la cartera de Exteriores, aunque cabía la posibilidad de que, después de optar a los puestos más altos del Estado, D'Alema prefiriera no aceptar un encargo menor y se consagrara a la misión de unir al centro-izquierda en un gran Partido Democrático.

Giorgio Napolitano saluda tras ser elegido nuevo presidente de la República italiana, ayer en Roma.
Giorgio Napolitano saluda tras ser elegido nuevo presidente de la República italiana, ayer en Roma.EFE

DISCIPLINA DE VOTO

-La coalición de Prodi mantuvo la disciplina de voto

-La elección era el último obstáculo para el nombramiento de Prodi como primer ministro Berlusconi mantuvo un tono de campaña con la vista puesta en las regionales y municipales del 28 de mayo

-Con el triunfo de Napolitano se rompió el tabú que cerraba al Partido Comunista el acceso a la presidencia

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