Acerca del eterno cotidiano
La interesante propuesta de Louisa Merino involucra a un grupo de animosos jubilados que, algunos en vivo y otros en el vídeo, planifican unas manifestaciones de escénica teatral donde se juega con la fantasía, se ironiza con el recuerdo y se busca consolación en esa tierra de nadie prometida que es la imaginación.
La obra desprende una enorme ternura, hace cavilar sobre los puntos comunes y las situaciones que por su cotidianidad nos parecen irrelevantes y en eso, tal y como apunta la coreógrafa, los mayores pueden aportar una mirada y una perspectiva donde la distancia se vuelve privilegio.
Puede citarse como precedente de esta línea de trabajo la iniciativa que tuvo hace unos años Pina Bausch al reclutar a una compañía de jubilados mayores de 60 años con los que remontó versiones libres de algunas de sus piezas emblemáticas con un resultado sorprendente, con el hallazgo vital de sensaciones nuevas y también de nuevo con esa visión diferente de unos mismos objetivos formales sobre la escena.
Compañía Louisa Merino
Una tierra de felicidad. Creación y coreografía: Louisa Merino. Música: Pierre Omer. Vídeo: Daniel Rebner. Intérpretes: Elena Gil del Caño y Lorenzo Ramírez. Teatro Pradillo. Madrid, 7 de mayo.
La pareja protagonista dialoga y baila sin timidez, nos relata con una exposición clara y concisa el orden de una casa imaginaria que acaso es también el hogar de los sueños. Este notable montaje anima a la reflexión y posee una intrínseca belleza no fácil de explicar y que es tan verdadera que va mucho más allá de cualquier apariencia. El vídeo refuerza con ritmo la idea de cooperación donde la danza pasa del imaginario a la vivencia.
Babelia
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