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Columna
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Memoria

El 5 de abril de 1970, el reportero gráfico francés Gilles Caron desapareció -murió, fue asesinado-, junto con dos compatriotas, un periodista y un cooperante, en la ruta que une Camboya con Vietnam, controlada por los jemeres rojos de Pol Pot. Tenía 30 años.

Más de un cuarto de siglo después, Reporteros Sin Fronteras nos hace llegar los mejores trabajos de Caron en el álbum anual de fotografías cuyo importe contribuye a sufragar los gastos que origina la lucha por la libertad de prensa. El hecho de que Gilles sea una de las muchas víctimas del bando de la civilidad hace que la edición de este año resulte conmovedora, pues no podemos dejar de ver en él el símbolo de los periodistas muertos por ejercer su profesión. Las cifras son escalofriantes y en cada número se esconden no sólo una persona y una gente que la amó, sino hechos silenciados, palabras necesarias que no fueron dichas o escritas, imágenes que no se difundieron. Cada informador acallado es nuestra pérdida.

Pero déjenme que les hable del contenido de este álbum, que para mí, y supongo que para aquellos de mi generación que tienen memoria, constituirá un tierno placer. Va del 65 al 70, y las fotos de Caron son fogonazos de los conflictos, las esperanzas, las películas, las estrellas de entonces. Desde la portada -el famoso gesto burlón de Cohn-Bendit a un gendarme, en pleno Mayo Francés-, uno sabe que va a encontrarse en el interior con sus nieves de antaño. La Guerra de los Seis Días, Vietnam, la Primavera de Praga, De Gaulle, Martin Luther King Jr., Biafra, Chad, Jean Genet arrestado, Belfast, Londonderry... Pero también un expresivo primer plano de Jacques Brel durante un concierto, François Truffaut en pleno rodaje de Besos robados, Reggiani, Birkin, Gainsbourg, Barbara... La guerre est finie, Weekend, Bonnie & Clyde. Es un festín en blanco y negro, en el que no falta la foto que yo recordaba y no sabía encontrar, y que muestra a Brigitte Bardot, hoy ardiente defensora de los animales, despidiéndose en el aeropuerto de Le Bourget, en la escalerilla del avión que la condujo a Estados Unidos: bien cubierta con un abrigo de piel de cebra.

Nostalgia, belleza y memoria. En nombre de los periodistas en peligro.

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