El Estado de Ohio tarda 90 minutos en ejecutar a un preso con una inyección letal
Joseph Lewis Clark tardó en morir 90 minutos desde que comenzó su ejecución, y sufrió 45 de cruel agonía. Clark moría a las 11.26 del martes con una inyección letal en el correccional de Ohio por dos crímenes que cometió en 1984. "Clark tenía amplios antecedentes de uso de drogas", justificaron desde el servicio de prisiones, "lo que pudo haber sido un agravante para encontrarle la vena".
El condenado, de 57 años, fue plenamente consciente de lo que estaba pasando. "Esto no funciona, esto no funciona...", repitió hasta cinco veces, según Paul Kostyu, un testigo citado por la cadena CBS. Los verdugos cerraron la cortina que separaba al reo de los testigos. A Clark se le oía gemir y quejarse, según Kostyu. Durante 25 minutos, trataron de colocar en el brazo derecho de Clark el tubo para inyectar la dosis de veneno mortal.
Cuando volvió a abrirse la cortina, 40 minutos después de iniciado el proceso, el reo tenía una vía en su brazo izquierdo. Clark levantó varias veces la cabeza de la camilla a la que estaba atado. De repente, respiró muy hondo antes de quedarse completamente quieto. Su muerte se certificó 90 minutos después de haberse iniciado el "homicidio legal".
"Nunca nos había pasado antes", declaró la portavoz Andrea Dean. Desde que la pena de muerte se reinstauró en el Estado de Ohio en 1999, la ejecución de Clark, la número 21, ha sido la más larga. Se produce en un momento en el que se ha recrudecido el debate sobre la pena capital en EE UU y el método de la inyección letal, que, según sus detractores, es inconstitucional porque está en desuso y es doloroso.
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