20 años después
Los 20 años de la Ley General de Sanidad (LGS) son un buen momento para hacer una valoración de la misma.
La LGS significó cuatro grandes avances: el principal es que universalizó el derecho a la atención sanitaria, convirtiéndolo en un derecho para toda la población española. Este hecho, que hoy nos parece obvio, es el factor que más contribuye al gran aprecio internacional en que se tiene a nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS). El segundo es un enfoque más salubrista incluyendo los aspectos de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, que se complementaría con el tercero, el desarrollo y potenciación de la atención primaria de salud como la base del sistema sanitario que ha permitido una mejora en la accesibilidad y en la calidad de la atención. El último avance fue la unificación de todas las redes sanitarias públicas y la transferencia a las comunidades autónomas, acercando las decisiones para mejorar la atención sanitaria y reducir las desigualdades en el acceso, permitiendo flexibilizar la organización y planificación de los servicios de acuerdo con las necesidades de salud de los ciudadanos.
La LGS cuenta hoy con el apoyo de la inmensa mayoría de los grupos políticos, sociales y profesionales. Pero no deberían olvidarse los problemas pendientes, como son:
1. Problemas relacionados con la cobertura y la equidad, porque sigue habiendo aproximadamente un 0,3% de la población que continúa sin ella, siguiendo además las mutualidades que son una fuente de inequidad y que deberían integrarse en el régimen general.
2. La coordinación de las actuaciones del SNS no se ha conseguido y hay una gran dispersión y pérdida de información general del SNS. La finalización del proceso transferencial y la ausencia de un Plan Integral de Salud agravan la situación.
3. Las áreas sanitarias han tenido un desarrollo irregular y más bien escaso. A la vez, está mal definido el espacio correspondiente a los municipios, dificultando su colaboración en las tareas sanitarias.
4. La poca atención prestada a los mecanismos de salud pública, de prevención y promoción, que han sido sistemáticamente postergados por los aspectos asistenciales.
5. La ausencia de desarrollo de los mecanismos de participación comunitaria y profesional facilitan situaciones conflictivas y la inadecuación entre los objetivos y las actuaciones concretas del SNS.
6. La falta de un replanteamiento de la formación, pre y posgrado, de los profesionales que la adecuara con las necesidades de salud.
Ahora es el momento de retomar e intentar solucionar las cuestiones pendientes, pero sin perder lo esencial de una ley que ha ayudado a que nuestro país tenga un sistema sanitario con una gran consideración internacional y unos excelentes indicadores de salud.
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