Rey de oro en reino de miseria
Gyanendra ha multiplicado por seis su presupuesto mientras la pobreza cunde en Nepal; hoy es objeto de odio y desconfianza
El 1 de junio de 2001, el príncipe heredero de Nepal, Dipendra Bir Bikram Shah Dev, enamorado y bebido, provocó una masacre en el palacio real de Narayanhiti, en Katmandú, en la que murieron su padre (el rey Birendra), su madre (la reina Aishwarya), su hermano, su hermana, y otros cinco miembros de la familia real. El incidente conmocionó a todo el país, que perdió al idolatrado Birendra a manos de su propio hijo.
Tras disparar contra sus familiares, el príncipe, de 29 años, volvió el arma contra sí y se suicidó. Sin embargo, sobrevivió al disparo y fue proclamado rey. Como se encontraba en coma, su tío y hermano del monarca asesinado, el príncipe Gyanendra Bir Bikram Shah Dev, fue proclamado regente. A los tres días, el joven Dipendra moría y Gyanendra pasó a ocupar el trono de Nepal.
La familia real posee un hotel en la capital, una plantación de té y una fábrica de cigarrillos
Ésta es la versión oficial de lo que ocurrió aquel día, según la investigación encargada por el nuevo monarca. Pero en el reino del Himalaya pocos se la creen y acusan a Gyanendra de la matanza. Supuestamente, Dipendra actuó por despecho, porque sus padres se negaban a que se casara con la mujer que había elegido. "Los nepalíes no estamos dispuestos a aceptar la versión oficial. Fue un ataque planificado cuidadosamente", asegura un alto líder de uno de los principales partidos políticos, que pide el anonimato.
El informe señala que el heredero estaba bajo los efectos del alcohol y había perdido totalmente el control de sí mismo, pero también recoge que estuvo disparando durante un plazo de media hora y utilizó cuatro armas distintas. ¿Cómo fue esto posible, en un palacio en el que había fuertes medidas de seguridad?, se pregunta la gente.
Todas estas circunstancias han hecho que muchos nepalíes hayan perdido la fe que tradicionalmente han profesado a su rey como reencarnación del dios hindú Vishnu. Consideran que Gyanendra acabó con su familia para hacerse con la corona, máxime cuando se oponía al proceso de democratización llevado a cabo por su hermano. Fuera quien fuere el autor, el resultado fue claro. Toda la línea sucesoria había desaparecido, excepto la reina madre, Gyanendra, y su hijo, Paras.
La desconfianza y los excesos del nuevo monarca -quien, tras acceder al trono, disolvió el Parlamento democráticamente elegido- condujeron al levantamiento civil ocurrido este mes en el único Estado hindú del mundo. A instancias de los siete partidos de la oposición, y con el beneplácito de la guerrilla maoísta -que desde 1996 lucha para derrocar la monarquía-, la población inició una huelga general y una serie de protestas, que, tras 19 días de presión, obligaron el lunes pasado al rey a devolver el poder y anunciar el restablecimiento del Parlamento. Durante las manifestaciones, murieron al menos 17 personas y resultaron heridas más de 5.000.
Gyanendra, de 58 años, y su hijo Paras son odiados por muchos nepalíes, que han visto cómo la corte nada en el lujo, mientras un tercio de la población vive en la pobreza. En las calles de Katmandú, deambulan por la noche niños abandonados esnifando pegamento, la basura putrefacta se acumula por todos lados y el agua sólo es distribuida un par de horas cada dos días, porque, a pesar de que el reino cuenta con grandes reservas en forma de nieve y hielo -ocho de las 14 montañas más altas del mundo están en Nepal-, prácticamente no existen infraestructuras. El índice de analfabetismo es del 55%, y supera el 70% en las mujeres.
"Mientras la gente pasa hambre, ellos compran coches de lujo en Europa, tienen un helicóptero, varias viviendas. Paras se compró una moto carísima, y conducía como un loco. En un accidente de coche mató a un cantante", dice un vendedor en una callejuela de Katmandú. "Entraba en los bares y pegaba tiros al aire", añade Summit, un joven de unos 20 años. Durante su autocrático reinado, el nuevo monarca multiplicó por seis el presupuesto de la casa real. La familia es propietaria de un hotel en la capital, una plantación de té en el este del país y una fábrica de cigarrillos.
Gyanendra nació el 7 de julio de 1947, en Katmandú, y realizó estudios en la India. Tiene un hijo, Paras, de 34 años, y una hija, Prerana, de 28. Poseedor de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (1987), asegura que es un amante de la naturaleza y la lectura, y escribe poesía. Su frase preferida es: "El conocimiento es poder, el trabajo un culto".
De rostro pétreo y gesto seco, cuando viste el traje real (tocado de piedras y metales preciosos, y penacho; capa, que arrastra por el suelo, y cetro), adquiere el aura de un monarca de otra época. El gusto por el poder quizá le llegó de pequeño. Cuando tenía tres años, fue nombrado rey durante dos meses, porque el resto de su familia estaba exiliada en India.
Gyanendra dice que es partidario de la democracia, y había prometido elecciones generales para 2007. Pero los nepalíes no han querido esperar. El restablecimiento del Parlamento y la futura creación de una Asamblea Constituyente, que redactará una nueva Constitución, en la que se revisará el papel de la monarquía, representan su fin. "Son los últimos días de la monarquía. El propio rey se la ha cargado", afirma Shekhar Koirala, miembro de Congreso Nepalí (NC), el principal partido político. Koirala, de 55 años, que durante 20 días permaneció en la clandestinidad, asegura que si Gyanendra quiere permanecer en Nepal, "tendrá que respetar los principios democráticos. Pero no podrá tener más que un papel ceremonial".
"Yo estudié en la escuela que el rey es la reencarnación de Vishnu. Hemos estado cegados por la monarquía", dice Rajesh Sharma, de 43 años, miembro de una organización de derechos humanos nepalí. "Mi madre era feliz si lograba aplicar en su cabeza polvo de la suela de los zapatos del rey. Pero él es un hombre como cualquier otro, y si no respeta los derechos del pueblo, tendrá que irse".
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