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80.000 personas protestan en Bélgica por el asesinato de un joven de 17 años

Le mataron para robarle un aparato de música

Una Bélgica conmocionada se echó ayer a las calles de Bruselas para protestar en silencio por el asesinato de un adolescente de 17 años, en hora punta y en la principal estación de la capital, a manos de dos asaltantes de origen magrebí que le querían robar su reproductor de música. A petición de los padres, los 80.000 manifestantes marcharon mudos y sin pancartas para evitar estigmatizaciones racistas y reclamar el derecho de los jóvenes a poderse mover libremente y sin miedo por la ciudad.

El asesinato sin sentido de Joe van Holsbeeck, abatido de cinco puñaladas en el vestíbulo de la Estación Central el pasado día 12, fue cristalizando con el paso de los días en un sentimiento de impotencia ciudadana, rabia y necesidad de hacer algo ante un fenómeno convertido en casi cotidiano. Adolescentes con un reproductor digital de música o un teléfono móvil son asaltados por otros jóvenes para robárselo.

La muerte de Joe sólo es la última. Una mujer negra se sumó a la marcha. "Comprendo el dolor de los padres. También a mi hijo lo mataron así ante la Bolsa en octubre de 2005", dijo, refiriéndose a otro lugar céntrico de la capital, en el corazón de la zona de la movida. "¿Por qué nadie se emocionó cuando hace un mes apuñalaron a un chico negro en Anderlecht?", se preguntaba un profesor, aludiendo a otro homicidio, esta vez en un barrio de mayoría magrebí.

Joe era un chico inocente como el pan, según sus amigos, sempiternamente acompañado de su trompeta, buen alumno de un colegio católico concertado, perteneciente a los boy scouts y con padres que regentan un negocio de enmarcar cuadros y cristales. Un prototipo de belga. De ahí el estremecimiento por una muerte tan absurda como amenazadora: cualquiera puede ser víctima.

Marcha civil y neutral

Ayudó también a catalizar la respuesta popular la reacción de los padres, que en ningún momento echaron la culpa a nadie y pidieron que nadie aprovechara el suceso para llevar agua a su molino político o desatar pulsiones racistas. Françoise, la madre, reclamó en Le Soir una marcha "civil y neutra, para decir simplemente a todo el mundo, a los adolescentes y a sus padres, que tenemos derecho a vivir en paz. ¿Morir por un aparatito electrónico? Es una insensatez".

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La marcha fue ejemplar y emocionante, con flores blancas que se depositaron ante un cartel de Joe colocado en la acera donde cayó.

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