La nieta de don Blas
Juan Marichal, colega canario de Mercedes Cabrera, cuenta con qué dignidad resignada se iba de España al exilio, en un barco que cargaba toros, el físico más importante del siglo, Blas Cabrera, canario. La sombra benéfica de aquel científico republicano está sobre el currículo de muchos investigadores de cualquier parte, y es una señal en la biografía de la ministra de Educación, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo. La conjunción de esos nombres es como aquella inscripción que en Tlatelolco conmemora el encuentro de dos universos. En el caso español, parece que dos maneras de entender España se dan en los apellidos de Mercedes.
Acaso su propio carácter vive de ambas procedencias, porque, por una parte, la canaria es humilde y discreta, como si siempre esperara la razón de otro para tener su última opinión, y por la parte gallega es lo suficientemente precavida como para haber dicho, como primera declaración cuando Zapatero la hizo ministra: "De momento, yo me voy al mercado". Y se fue de compras. Tiene aún una herencia más, la de Alfredo Deaño, compañero de EL PAÍS, que enseñó desde aquí a leer filosofía, y murió muy temprano. De Alfredo es su hijo Alfredo, matemático y músico. Y Zita, aún estudiante, es la hija de Carlos Arenillas, su esposo. Lee mucho, para saber, no para tachar, y del respeto a la opinión ajena ha hecho la base de las amistades con las que ríe. Su tío Leopoldo Calvo-Sotelo (ex presidente, a quien ella llama "tío Poldo") dijo de ella que es una progre. Lo es. Tanto que también parece republicana. Como don Blas.
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