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Columna
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'Humana conditio'

La condición humana es compleja. Y, en ocasiones, de una simplicidad demoledora. Estos días observa uno, un tanto atónito, los pasos de un curioso sacerdote. Dicen que ha dicho que los vascos somos "muy trabajadores y muy inteligentes", lo que debemos tomar, quizá, como un elogio colectivo, y que cuando nos ponemos manos a la obra hacemos las cosas muy deprisa -se supone que "y bien"-. Debe venir de Irlanda, de Dublín, y es redentorista (orden fundada en el XVIII para la prédica en los barrios urbanos). Pero, al parecer, los últimos cuatro años ha tomado alojamiento en un hotel de Bilbao.

Se llama Alec Reid, padre Reid, y uno le había visto ya en La pelota vasca de Julio Medem. Hablaba en ella con seguridad, con autoridad y con un punto de insolencia -o eso le parecía a uno-. Dice cosas curiosas el padre Reid. Dice, por ejemplo, que "el espíritu de Dios está en el espíritu de diálogo", lo que parece muy razonable. Pero luego, sigue. Y añade que "hace tres años", un líder de Batasuna le dijo que "estaba dispuesto a iniciar el camino del diálogo, incluso si conducía a un lugar que a él no le gustaba", lo que ya desconcierta algo. Dios está con el diálogo. También Batasuna. Pero, ¿y el PP? No, en la derecha vasca-española "no hay cultura del diálogo". "Yo no quiero ofender a nadie", remacha, "pero si no se reconocen los derechos de los demás, eso es fascismo" en el PP. Vaya. Afortunadamente, lo dice sin ánimo de molestar, lo que siempre resulta simpático. Y, "ahora que ETA ha dado este paso

[decretado el alto el fuego], yo creo", razona él, "que el PP estará dispuesto a participar

. Desde luego, si no lo hace, estará demostrando que no es un partido democrático de verdad". Un curita con las ideas claras este redentorista. Batasuna debe de estar ya a la diestra del Señor. Y los amenazados del PP deberán aún ganarse el Cielo que anuncia el redentorista. Curioso padre Reid.

Según se dice, fue mediador en Irlanda del Norte-Ulster y es hoy fedatario de los acuerdos que se tomaron allá. Al parecer, ayudó a que los católicos fenianos aceptaran la necesidad de vehicular sus aspiraciones por medios políticos. Lo debió de hacer en la línea del cardenal de Dublín Paul Cullen (1803-1878), enemigo furibundo del nacionalismo liberal mazziniano según lo presenta el historiador Conor Cruise O'Brien, y, simultáneamente, nacionalista-católico-irlandés-arquetípico, un intenso patriota irlandés que logró administrar desde la Iglesia aquel nacionalismo fervientemente católico.

El caso es que "arreglada" Irlanda, ha debido frecuentar la villa de la Ría. Y en ella ha debido reflexionar sobre algunas cosas importantes. Así es como viene diciendo estos días a quien le quiera escuchar: "Tenemos que dar las gracias a Arnaldo Otegi y a Rafa Díez Usabiaga" por la gran labor que han realizado en este tiempo. "Yo diría", asegura, "que Rafa Díez Usabiaga es lo más parecido que hay a Gerry Adams, un líder político de altura mundial", nada menos.

El hombre es así. Probablemente, el padre Reid es un sacerdote muy estimado en su tierra. Quizá su medicina esté resultando eficaz también aquí desde que en 1998 le trajera la organización Elkarri -lo que también nos retrata-. Es probable que mucha gente le tome muy en serio -y será hombre muy estimable, no lo pongo en duda-. Lo hace el PNV, EA, ELA y la izquierda abertzale -y él dice apreciar mucho a Rodríguez Zapatero-. También he podido ver que el presidente del Senado le escucha con atención. Pero a uno le resulta curioso y pintoresco un ser que califica de "milagro" y proeza el que "una formación que va a ser ilegalizada", Batasuna, se lance con unas propuestas tan "valientes" como las que ésta hizo en enero y abril del pasado año (calificativo que EITB ha debido censurar, de lo que se quejan amargamente los medios abertzales, repentinamente conversos a la milagrería). La condición humana es compleja. Así es. Pero también en ocasiones de una simplicidad demoledora.

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