El Prerrománico y el Románico
EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 9,95 euros, el decimotercer volumen de la Historia del Arte
Tras la caída del Imperio Romano, poco después de que el papa Gregorio el Grande declarara que las imágenes eran útiles para enseñar a los creyentes la Historia Sagrada y que la pintura llegaría a ser para los iletrados lo mismo que la escritura para los que sabían leer, llegó una época turbulenta de migraciones, invasiones de las tribus de los bárbaros del norte -godos, vándalos, sajones,daneses y vikingos- y cataclismos.Un periodo que duró casi 10 siglos, del 476 al 1453, cuando tiene lugar la toma de Constantinopla por los turcos.
Los egipcios plasmaron lo que sabían que existía; los griegos, lo que veían. Los artistas medievales aprendieron a expresar lo que sentían y a comunicar el mensaje de la fe. En esta época de tinieblas surge el arte prerrománico y posteriormente el románico, del que trata el volumen número 13 de la Historia del Arte de EL PAÍS. Gracias al encuentro de la tradición clásica y la de los artistas nórdicos algo nuevo empezó a desarrollarse.
Los visigodos construyeron en España iglesias como la de San Juan de Baños de Cerrato, en Palencia, edificada en tiempos de Recesvinto en el año 661, o la de San Pedro de la Nave, en Zamora, de finales del siglo VII. El prerrománico asturiano produjo iglesias de una belleza tan asombrosa como la de Santa María del Naranco, en Oviedo, edificada sobre un palacio romano que Ramiro I ordenó habilitar como templo.
De aquel tiempo es también el Beatus de Liébana, un códice con 79 miniaturas que representan escenas del Apocalipsis de deslumbrante policromía. O el Beatus de Girona, un códice del año 965 que se anticipa al estilo románico. En él, por primera vez en la Historia del Arte, aparece la firma de una mujer, la monja Eude, que colaboró en la ilustración de las miniaturas junto a Emeterius, discípulo del leonés Magius.
Pero fue una figura como la del rey Carlomagno la que unificó la tradición cristiana y clásica en Occidente. El gran promotor de la cultura medieval defendió al Papa de los ataques de los longobardos y levantó un imperio heredero del romano en su corte de Aquisgrán, en la orilla derecha del Rin.
Cronológicamente se puede fijar el año 1000 como el comienzo de la época románica, un estilo artístico que duró hasta la expansión del arte ojival francés, a principios del siglo XIII. Las iglesias románicas adoptaron como estilo de construcción las bóvedas de medio punto o de cañón, apoyadas con arcos de refuerzo a semejanza de unas grandes costillas de piedra que cubren el edificio. En las fachadas, aparece siempre en un tímpano el Pantocrátor rodeado de varias figuras, el Tetramorfos. En los muros del interior se dibujaban las enseñanzas de la Iglesia militante acerca del destino final de nuestras almas. Infiernos de fuego donde hervían las almas de los condenados, contrapuestos al idílico paraíso lleno de ángeles tocando el arpa. Imágenes que aterrorizaban o calmaban a los fieles.
Italia, la antigua Galia, Hispania y las provincias renanas se llenaron de estos nuevos monumentos. Las catedrales de Angulema o Poitiers se convirtieron en el centro de la cultura occidental. En la iglesia de Saint-Savin-sur Gartempe, en la región de Poitou-Charentes, los artistas medievales estamparon sobre los muros uno de los primeros frescos románicos, El arca de Noé durante el Diluvio. Fue Prosper Merimée, el autor de la ópera Carmen, quien descubrió los frescos de esta iglesia en 1845.
En España el arte románico se estableció en los territorios que durante los siglos X y XI fueron el escenario de las batallas de la Reconquista. El Camino de Santiago fue uno de los factores decisivos para la entrada del nuevo arte y en el valle de Boí, en Lleida, se levantaron algunas de las más bellas iglesias románicas que se conocen. El Pantocrátor de Sant Climent de Taüll, por ejemplo, es una de las obras maestras de la pintura. Es un Cristo de rostro severo, con bigote y perilla en forma de lazo, que decreta: "Yo soy la luz del mundo" desde el libro de la Sabiduría que sujeta. Una visita al Museu Nacional d'Art de Catalunya, en Barcelona, es una oportunidad de conocer los mejores ejemplos del románico, un arte que emociona por su sencillez.
Babelia
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