Primavera en el Fondo

La más importante institución económica multilateral inicia su reunión de primavera en la que, junto a las habituales previsiones para la economía mundial, la propia estrategia del Fondo Monetario Internacional (FMI) será uno de los principales centros de atención que examinarán los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales de todo el mundo.

El semestral Informe de Perspectivas Económicas incorpora en esta ocasión, junto al primer capítulo de previsiones globales, un segundo dedicado enteramente al análisis del impacto del encarecimiento del petróleo sobre los desequilibrios globales. El primero predice un crecimiento mayor del previsto, pero el segundo modera este optimismo por el peligro de un encarecimiento continuado del petróleo. La economía mundial sigue inmersa en una de las fases cíclicas más favorables de las últimas décadas, a la que se le anticipa un crecimiento del 4,9% este año, apoyado por una expansión del 8% del comercio mundial y una profundización de los mercados financieros globales.

La amenaza a ese panorama primaveral es el precio del crudo, que los redactores de esas previsiones apenas pudieron intuir. El deterioro de las condiciones geopolíticas en la zona más importante de producción, de la mano de las recientes tensiones con Irán, sumado a las perturbaciones en Nigeria, está en gran medida detrás de la última explosión de precios que ha colocado el barril por encima de los 70 dólares y que el FMI no descarta que llegue a los 80. La persistencia en esos niveles puede condicionar el panorama halagüeño que dibuja el FMI, al drenar posibilidades de crecimiento y atizar las tensiones inflacionistas.

En algunas economías, la española sin ir más lejos, la capacidad defensiva para neutralizar esas amenazas no es la mejor, y bueno sería que se aceleraran las decisiones tendentes a un mayor ahorro y eficiencia energética. Como anillo al dedo le viene la recomendación genérica del Fondo de que el principal reto para las autoridades económicas de todo el mundo es aprovechar la coyuntura extraordinariamente favorable (el FMI asigna a España una tasa de crecimiento del 3,3% este año) para atender sus aspectos más vulnerables, "teniendo presente que a medida que pasa el tiempo aumentan los riesgos derivados de la inacción".