Se busca inmigrante para compartir piso
Un programa regional facilita el acceso a la vivienda a extranjeros "en situación vulnerable o en riesgo de exclusión"
Lev tiene seis años y la cara pintada. Mientras él juega con los rotuladores en la cocina, su madre, Agnes, y su hermana ven la televisión en el salón de su modesto piso del barrio madrileño de Vista Alegre. Allí viven los tres desde hace cuatro meses. Marlena y su bebé de 11 meses, también.
Agnes y Marlena, ambas de origen polaco, se conocieron en un taller organizado en noviembre de 2005 para que 15 mujeres inmigrantes entraran en contacto. Todas ellas buscaban una compañera de piso. El taller forma parte de una iniciativa que, con la financiación de la Consejería de Inmigración, facilita a extranjeros "en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión" el acceso a un piso compartido. La asociación sin ánimo de lucro Provivienda lleva desde 2003 realizando estos cursos con mujeres extranjeras que se ocupan solas de sus hijos, y ahora se plantea ampliarlo a otros colectivos de inmigrantes.
En realidad, ni Agnes ni Lev se llaman así. Se han utilizado nombres ficticios para evitar que el antiguo compañero de Agnes la identifique. Tras varios años soportando malos tratos, los servicios sociales enviaron a Agnes a un centro de atención a inmigrantes. Allí oyó hablar del programa de acceso a la vivienda, en el que también pueden participar extranjeros no regularizados.
El taller, con una duración de un mes y medio, está planteado para que las participantes dramaticen situaciones "potencialmente conflictivas", según explica Esther Marcos, trabajadora social de Provivienda: "Allí se conocen, hablan de las expectativas que tienen ante la convivencia e imaginan cómo reaccionarían ante situaciones que se dan en todos los hogares".
Del último cursillo ya han salido cuatro grupos, aunque por ahora sólo dos se han mudado a su nueva casa. Para este año la consejería se ha propuesto llegar a 200 plazas. Marcos destaca el acierto del último taller al incorporar a los hijos de las buscadoras de piso. "Muchas escogen a sus compañeras en función de los niños, buscan que tengan edades parecidas o que se hagan amigos antes de decidir con quién vivirán", relata.
"Me cayó bien, me gustó porque era polaca". Marlena utiliza un castellano rudimentario para explicar por qué eligió a Agnes. Una vez que surge el flechazo, Provivienda se ocupa tanto de la parte técnica -contrato de alquiler y otros papeleos- como de solucionar posibles contratiempos. La asociación no aporta dinero ni consigue condiciones especiales para los inquilinos. "Huimos del paternalismo; nos aseguramos de que se cumple la ley y de que nadie se aprovecha de su indefensión", explica la trabajadora.
Al hablar de conflictos, las averías ocupan un lugar preponderante. "Para ver quién paga la factura, intentamos averiguar si se ha producido por uso o mal uso del aparato", explica Marcos. Otro de sus caballos de batalla consiste en "concienciar a la gente y deshacer la rumorología que rodea a todo lo que parezca distinto". Como ejemplo, pone el caso de una vecina que se quejó porque los hijos de un inmigrante comían pipas en el portal: "En vez de hablar con los niños o con sus padres, como habría hecho en otro caso, acudió directamente a nosotros. Intentamos convencerles de que los traten como a los demás".
Antes de trasladarse con Agnes, Marlena compartía una habitación con su bebé y una chica ecuatoriana. En total, nueve personas en el piso. No se queja de cómo vivía entonces -"eran todos amigos", dice-, pero reconoce que, con el traslado, su situación ha mejorado sustancialmente. "Un objetivo del programa es que sus participantes no se vean obligados a alquilar habitaciones, donde es más fácil que se den abusos", argumenta Carlos Clemente, viceconsejero de Inmigración.
Conchita Monjo, la propietaria del apartamento, se ha convertido en una experta en el trato con familias de otros países. Marlena y Agnes son las cuartas inquilinas que tiene a través de Provivienda. "Pagan menos de lo normal, pero estoy más tranquila", cuenta.
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