Nueve años de cárcel para el turco que mató a su hermana en Berlín "por honor"
Ayhan Sürücü disparó a la chica por abandonar las tradiciones y vivir como una occidental
Un tribunal de Berlín condenó el jueves a nueve años y tres meses de prisión juvenil al turco de origen kurdo Ayhan Sürücü, de 19 años, que el 7 de febrero de 2005 asesinó, "con alevosía y por bajos motivos", a su hermana de 23 años, Hatum. Ayhan confesó ser el autor del crimen y haber actuado para "lavar el honor familiar, mancillado por el comportamiento de su hermana", que se había marchado de la casa paterna con su hijo de cinco años, llevaba un estilo de vida occidental y se relacionaba con alemanes. Otros dos hermanos fueron absueltos por falta de pruebas.
Para Mutlu, de 26 años, y Alpaslan, de 25, los dos hermanos absueltos, el fiscal había pedido cadena perpetua como cómplices del asesinato. Para el asesino solicitó nueve años y ocho meses. La pena máxima que prevé la legislación criminal para delincuentes juveniles es de 10 años. Ayhan era menor de edad cuando cometió el crimen. Familiares de los acusados que se encontraban entre el público, que llenaba la sala del juicio, acogieron con gritos de júbilo y saltos de alegría la sentencia y algunos rompieron a llorar.
Según la fiscalía, Ayhan efectuó los disparos en nombre de la familia, uno de los hermanos le proporcionó la pistola y el otro se encargó de vigilar mientras se cometía el crimen poco antes de las nueve de la noche. El tribunal considera que esto puede haber ocurrido así, pero no hay pruebas suficientes.
Ayhan alardeó del crimen ante su novia turca, Melek, una estudiante de 18 años, que, por sugerencia de su familia, acudió a la policía, que detuvo a los tres hermanos. Melek declaró ante el tribunal con un chaleco antibalas y provista de una nueva identidad para evitar represalias. Su declaración no bastó a los jueces para condenar a los dos hermanos. El arma del crimen nunca apareció, no hay testigos del hecho, ni huellas dactilares, ni de ADN.
Sin pruebas
El juez dijo: "Se puede especular, pero no hay nada palpable. No basta. Hay una posibilidad que flota en el ambiente, pero aquí no se condena a nadie por una posibilidad". La fiscalía anunció el jueves que recurrirá la sentencia absolutoria y también la condenatoria.
El asesinato de Hatum Sürücü refleja la existencia de sociedades paralelas en Berlín y el choque de culturas y religiones. La familia Sürücü, kurdos suníes procedentes de Anatolia oriental, llegaron a Alemania hace más de 30 años. Los nueve hijos, tres mujeres y seis varones, nacieron casi todos en Alemania, fueron a la escuela e incluso alguno a la universidad o una escuela técnica superior. Los padres apenas hablan alemán. En la subcultura turca del barrio berlinés de Kreuzberg, donde el padre trabajó 30 años en una panadería, no lo necesitan. Uno de los hijos estudia Derecho en Colonia, otro tuvo problemas por narcotráfico. A Hatum la obligaron a casarse con un primo cuando tenía 16 años y se fue a vivir a Turquía. Tras el fracaso del matrimonio regresó embarazada a Berlín, donde vivió con su hijo Can en la casa familiar en Kreuzberg hasta que no pudo más y se fue a vivir por su cuenta. Primero en una residencia para madres solteras y después en un piso. En ese tiempo, Hatum se casó de nuevo con un turco para darle la residencia y también mantuvo relaciones con un alemán, al mismo tiempo que llevaba adelante su aprendizaje del oficio de electricista.
En la noche de su muerte su hermano menor fue a su casa y se hizo acompañar a la calle para despedirse. Ayhan le disparó a una distancia de un metro y tres balas entraron por la cabeza y la mataron en el acto. El asesino tomó el autobús unos metros más allá y pasó al lado del cadáver de su hermana.
Existen varios elementos sin aclarar y así lo reconoció el juez. Durante las declaraciones de testigos salió a relucir que la joven asesinada había sufrido abusos sexuales por parte de uno de los hermanos absueltos. El juez se refirió a ello con una vaga alusión a "una vieja historia" como posible motivo del crimen, idea que rechazó. Tampoco se investigaron las posibles conexiones con islamistas radicales de un acusado, del que se dijo que frecuentaba mezquitas donde se predica el odio e incluso que estuvo en regiones de Turquía para recibir instrucción militar.
Expertos en islamismo consideran probable que la familia actuase como tribunal de honor y eligiera al más joven para ejecutar la sentencia. Algunas informaciones señalan que Ayhan recibió un reloj de oro de su padre, como regalo, después del crimen.
Durante el juicio Ayhan mostró alguna vez de forma desafiante el reloj. Recibió la condena sin dar muestras de emoción. Amigos que se encontraban entre el público le tiraban besos y le hacían señas de que le llamarían por teléfono. Hace unos meses se produjo un escándalo considerable en una escuela de Berlín con mayoría de turcos al descubrirse que Ayhan era una especie de héroe popular. Algunos chicos declararon a la prensa: "Hatum se merecía la muerte porque era una puta alemana".
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