La comunidad internacional exige a Irán que suspenda su programa nuclear
El régimen de Teherán insiste en sus planes de producir uranio enriquecido a escala industrial
"Paso equivocado". "Mala dirección". Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia han utilizado los mismos términos para responder al anuncio de Irán de que ha logrado enriquecer uranio, etapa imprescindible para producir combustible nuclear y, también, armas atómicas. El director del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, llegó ayer a Teherán para preparar el informe que enviará a la ONU antes de fin de mes. El 28 de abril se cumple el plazo dado por el Consejo de Seguridad para que Irán suspenda las actividades de enriquecimiento de uranio.
El anuncio del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, no pilló por sorpresa al OIEA. "Sabíamos que los iraníes trabajaban en el enriquecimiento de uranio en la planta de Natanz y que la noticia llegaría antes o después", declaraba a la agencia France Presse uno de los expertos.
Los inspectores del organismo nuclear, que depende de la ONU, tratan de verificar sobre el terreno cuántas centrifugadoras está empleando Irán y qué cantidad de uranio enriquecido ha obtenido. Teherán dice haber puesto en funcionamiento una cadena de 164 centrifugadoras, que han permitido enriquecer una modesta cantidad de mineral a un nivel del 3,5%, suficiente para fabricar combustible nuclear, pero muy lejos todavía de los porcentajes que se requieren para fabricar bombas atómicas.
El problema, opinan fuentes diplomáticas, no son las cantidades, sino el hecho de que Irán ya domina la técnica. "Si Irán controla el funcionamiento de una cadena pequeña de centrifugadoras, nada le impide pasar a un enriquecimiento a gran escala". Ése es el propósito, precisamente, de las autoridades iraníes, que reiteraron ayer su intención de poner en marcha 54.000 centrifugadoras en el futuro para producir uranio enriquecido a "niveles industriales", con el objetivo de alimentar centrales nucleares y producir electricidad.
Desconfianza de Occidente
Pero Occidente desconfía de los verdaderos propósitos del programa nuclear iraní. Largos años de negociaciones han aportado al OIEA y a la Unión Europea suficientes ejemplos de incumplimientos e incluso engaños por parte de los responsables iraníes. A eso se une el discurso radical del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, que entre otras proclamas ha abogado por "borrar a Israel del mapa".
De ahí que todas las reacciones internacionales hayan ido en el mismo sentido. "El anuncio de Irán erosiona aún más la confianza internacional y es profundamente inútil", declaró ayer Jack Straw, ministro de Exteriores de Reino Unido, que integra, junto a Francia y Alemania, la troika comunitaria encargada de negociar con Irán su programa nuclear. Tanto Straw como su homólogo francés, Philippe Douste-Blazy, pidieron a Irán que suspenda los trabajos de enriquecimiento y vuelva al diálogo. "Es un paso en la mala dirección, en contra de las peticiones del OIEA y del Consejo de Seguridad".
Desde Bruselas, el alto representante para la política exterior de la UE, Javier Solana, calificó el anuncio iraní de "muy mala noticia", y "paso en la dirección equivocada". Ahora es al Consejo de Seguridad de la ONU al que corresponde decidir qué medidas se toman, sin descartar las sanciones.
También Rusia se ha visto obligada a saltar a la palestra. La actitud de Irán ha minado sus esfuerzos por encontrar una salida negociada a la crisis y ha puesto de manifiesto la incapacidad de Moscú para frenar a un régimen del que es aliado y socio. "Teherán va en la mala dirección", deploró ayer un portavoz del Gobierno ruso, que pidió la suspensión de las actividades nucleares. Moscú ha tratado de convencer a Irán de que enriquezca su uranio en suelo ruso, bajo control internacional, algo a lo que los ayatolás se han negado.
Israel, el país más directamente amenazado por Irán, ha reaccionado con prudencia, insistiendo en que la diplomacia sigue siendo la mejor vía para resolver este asunto. "Estados Unidos considera prioritario este problema, y no creo que debamos inmiscuirnos", dijo ayer el veterano político Simón Peres. Israel destruyó en 1981 el reactor atómico de Osiraq, en Irak. La unidad mostrada ahora por la comunidad internacional frente a Irán lleva a las autoridades israelíes a tomar distancia. "Los anuncios de Teherán forman parte de una especie de regateo", declaró al diario Haaretz Amos Yadlin, jefe de los servicios secretos militares israelíes, que considera que Irán podría tener la bomba atómica en tres años.
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