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Entrevista:Nuevos vascos | María Edith Piamba

"Euskadi te ofrece muchas facilidades para salir adelante"

La guerrilla colombiana obligó a Rubén Darío Devia a abandonar su país cuando se presentaba como candidato a la alcaldía de su localidad, Suárez, por el Partido Liberal. Las amenazas y coacciones que ya había vivido en su etapa como concejal, cuando incluso le secuestraron un par de semanas, se tornaron muy serias. Devia decidió entonces marchar a Bogotá y, desde allí, a España.

En Colombia se quedaron sus dos hijos y su mujer, María Edith Piamba, de 38 años, que le seguirían un par de años después, en 2004. Devia había presentado solicitud de asilo en Canadá y Costa Rica, pero cuando la situación se tornó insostenible decidió viajar a España como turista y, directamente, voló a Bilbao. "La gente nos había dicho que el País Vasco era muy bueno para vivir, que se trata bien a la gente. Además, mi cuñada trabaja con un vasco en Venezuela y él también nos recomendó venir aquí. Y eso que nosotros no sabíamos nada de Bilbao, ni ubicarlo en el mapa", recuerda Piamba.

"Creía que cosas como lo de Marbella sólo pasaban en Colombia, donde hay mucha corrupción"

Una vez en España, Devia tramitó la solicitud de asilo. "Rubén se presentó en la sede de CEAR [Comisión de Ayuda al Refugiado] y le brindaron todo el apoyo que necesitaba. Nos hemos sentido muy acogidos, muy cuidados", afirma Piamba.

Lo que más le sorprende de Euskadi es lo sencilla que es la vida "en cuanto tienes los documentos"; la facilidad con la que el banco "te concede un crédito", "o que puedes comprar lo que necesites a plazos sin problema". "En Colombia es necesario rellenar tantos papeles...", comenta.

Su marido, que en su país había dedicado su vida profesional a la política, en suelo vasco consiguió su primer trabajo cuidando a un inválido y, después, como repartidor de alimentos. "Hizo un curso de pintor en Lan Ekintza y le ayudaron a que montara su empresa, Euskal Pintura, como autónomo. Nos va muy bien. A veces le ayudo", explica María Edith Piamba. "Fue un cambio total. Pasó de un trabajo mental, como político en mi país, a un trabajo manual"

Han estado viviendo en Plentzia, en una vivienda prestada, pero desde primeros de abril han comprado su propia casa, en Leioa. En ella no falta ni la televisión ni el reproductor de DVD ni el ordenador. "Aquí hay muchas facilidades para salir adelante", afirma dulcemente. Sin embargo, nada les ha llegado sin esfuerzo. Devia sale de casa cada día para trabajar a las siete y media de la mañana y no regresa hasta las nueve de la noche. "Los sábados también trabaja, y muchos domingos", añade Piamba. Ella piensa seguir la senda productiva de su marido: "Me gustaría montar un negocio", sueña.

Piamba recuerda los primeros meses de separación, cuando su marido la llamaba ya desde Euskadi destrozado por la nostalgia y la soledad. "Estuvo muy mal. No conocía a nadie y tenía que empezar toda su vida de nuevo. Cada nada me llamaba llorando". El idioma, dice, ha sido un factor decisivo para la integración.

Ahora disfrutan de amigos tanto vascos como latinoamericanos y se sienten tan a gusto que Rubén piensa pedir la nacionalidad española en cuanto pueda. María Edith añora a su familia, cuatro hermanos que se quedaron en Colombia y a los que estaba muy unida. "Mi hermano está viviendo ahora en nuestra casa de Suárez, con todas nuestras cosas. No me importan las cosas, no soy muy apegada a lo material. Lo que me gustaría es poderles ver a ellos. Y a mi marido, ver a los suyos", apunta. Sin embargo, como refugiados en España, no pueden regresar a su país, "aunque me dicen que las cosas han cambiado". "Además, la guerrilla se mueve mucho y lo más seguro es que quien amenazó a mi marido ya no esté por la zona".

Lo que destaca del País Vasco es "su orden y limpieza". "Aquí todo está muy organizado y barren todos los días. En Colombia lo hacen cada ocho días y está todo lleno de mugre. Acá todo es muy bonito, desde el aeropuerto, tan elegante", enumera. Para ella y su familia, todo son bondades en su tierra de acogida.

"Aquí hay mucha tranquilidad, aunque en esos días en los que se estaban alborotando los de ETA [el recrudecimiento de la kale borroka previo al anuncio del alto el fuego], pensábamos 'a ver si nos hemos venido de Colombia para esto", comenta Piamba. Ahora se sienten más tranquilos. Sus preocupaciones inmediatas pasan por un nuevo colegio para sus hijos, cerca de la nueva casa. "La niña, que es la menor, se ha adaptado perfectamente y va muy bien en el colegio. Pero al niño le está costando mucho el curso escolar", se queja.

María Edith Piamba no cree que su marido vuelva a interesarse por la política: "Llegamos muy saturados de allá". Ambos han seguido con mucho interés las noticias sobre la trama de Marbella: "Creía que cosas así sólo pasaban en Colombia, donde hay mucha corrupción".

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