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Entrevista:José Ramón Recalde | Ex consejero vasco y víctima de ETA | El futuro de Euskadi

"Estamos metidos en el fin de la violencia"

Juan Cruz

Hace dos años y medio, José Ramón Recalde (74 años, catedrático emérito, luchador antifranquista, ex consejero socialista de Educación y Justicia del Gobierno vasco, víctima de un atentado de ETA en septiembre de 2000) le dijo a Jesús Uriarte, fotógrafo de EL PAÍS, que no podía decirle su lugar favorito en San Sebastián, su ciudad. Cuando la organización terrorista que intentó acabar con su vida anunció el pasado 22 de marzo un alto el fuego "permanente", le pedimos que nos llevara a ese sitio. Y, aunque aún lleva guardaespaldas, nos hizo pasear por la ciudad, hasta que llegó con nosotros a Urgull, donde el Cantábrico pasa de ser un mar bravío a una bahía pacífica. Ése es su sitio de Donostia, y no podía decirlo porque desde el atentado que estuvo a punto de acabar con su vida sus movimientos tenían que ser secretos, los de un extraño en su propia tierra.

"Yo no pido cuentas como víctima. Nosotros no estamos para pedir cuentas a los demás, pero los demás no deben dirigir nuestros proyectos"
"Soy optimista; creo que la política no debe confrontar el optimismo con el pesimismo. No se puede ser político si no se es optimista"

Esta vez nos llevó a la Parte Vieja, en uno de cuyos restaurantes fue recibido como un emigrante muy querido; fue saludado a voces por comensales que le reconocieron "como uno de los hombres que más ha hecho por Euskadi", y por gente que durante el trayecto que luego le llevó a través del puerto le rendía saludos que a él le llenaron de euforia. Se sentó luego a hablar de su pueblo y de la nueva vida que se abre.

Pregunta. Donosti.

Respuesta. Una ciudad preciosa, aunque en ella he tenido muchos problemas de convivencia. Por ello sigo teniendo un cierto rencor, pero espero que se me pase muy prontito.

P. ¿Dónde está el rencor?

R. Quizá en la necesidad de que se tienen que pedir cuentas, aunque no vayan a ser jurídicas. Pero sí hay que pedir cuentas a los que nos han estado fastidiando la convivencia. El odio es otra cosa. El rencor es más cotidiano. Igual es una virtud o un defecto de menos categoría que el odio, pero te permite ir reafirmando tu convivencia.

P. Nos ha llevado a su sitio preferido: el mar y luego el mar pacífico. ¿No le resulta simbólico de lo que está pasando?

R. Es posible... A mí me gusta mucho el Cantábrico, la crudeza del mar frente a la placidez de la bahía...

P. ¿Qué momento estamos viviendo?

R. No estamos viviendo el principio del fin, que dice Zapatero, sino que estamos metidos en el fin de la violencia, y eso es algo muy importante. ETA existe desde 1959; empezó a matar unos años más tarde, pero sus tesis de nacionalismo radical fueron planteadas desde entonces. Hacía falta que desapareciera para crear la convivencia.

P. Usted es una víctima. ¿Cómo se siente en relación con este proceso de paz que se abre?

R. Yo no pido cuentas como víctima. No estamos para pedir cuentas a los demás, pero los demás no deben dirigir nuestros proyectos. En todo caso, una sociedad de ciudadanos es la que plantea seguir una política de mayorías sobre minorías; nosotros somos ciudadanos de la democracia, y ésta se tiene que afirmar contra la violencia.

P. ¿Cuál debe ser el papel de las víctimas en el proceso?

R. Tomar conciencia de que la democracia se está primando sobre la violencia. Lo que tenemos que exigir las víctimas, únicamente, es que ese proyecto democrático siga su camino adelante. ¿Que hay quienes tienen recelos sobre cómo nuestros representantes públicos llevan la construcción de una sociedad democrática? Bueno, me parece bien que cada uno exponga sus recelos; yo tengo más confianza.

P. ¿Es usted optimista?

R. Sí, lo soy. La política no debe confrontar el optimismo con el pesimismo. La política es un proyecto, y no se puede ser político si no se es optimista.

P. ¿Cuál debería ser el próximo paso de este proyecto?

R. En mi opinión, este proceso va a ir más rápido de lo que están anunciando Zapatero, el PP, los nacionalistas y Batasuna. Creo que su carácter irreversible va ser presente en seguida.

P. ¿Cómo supo la noticia?

R. Estaba en Barcelona, adonde suelo ir, y me la dijo algún hijo mío. En una radio me preguntaron, y yo dije: "Yo experimento una gran alegría: el Estado de derecho ha derrotado a ETA". Y se cortó la comunicación. Pero así quedó perfecto.

P. ¿Se puede describir esa alegría?

R. Es complicado. Una satisfacción interior, una cierta calma, un bienestar. Pero hay quienes también pueden experimentar una cierta tristeza, una melancolía que viene cuando reflexionas sobre lo que has sufrido, cuántos amigos o familiares han caído. Aunque hayamos ganado la batalla, somos conscientes de lo que ha quedado atrás, y eso produce esa sensación de melancolía, que yo entiendo. Pienso que amigos muy entrañables pueden estar en esa situación.

P. ¿Qué le vino a su memoria cuando le llamó su hijo?

R. Pensé que era un paso definitivo. Lo pensé desde el primer momento: si ETA abandonaba era que abandonaba. No podía dar condiciones para la paz.

P. ¿Cuántas generaciones harán faltan para que desaparezca el rencor?

R. Igual menos de lo que nos suponemos, pero bastantes más de lo que me queda de vida.

P. Habrá recordado su propio atentado, el asesinato de Ernest Lluch, tantos otros...

R. Sí, Lluch era muy amigo... Y los asesinatos de Buesa, de López de Lacalle, todos en el año en que quisieron matarme... Y uno puede mirar atrás y ver quién fue el canalla, y también ver quién fue el canalla que mató a Tomás y Valiente, otro amigo, o a Fernando Múgica. Uno tiene bastantes amigos que han caído. Ya sean socialistas, del PP, guardias civiles..., todos muertos producidos por unas mentes canallescas. El rencor de llamarles canallas no me lo quita nadie, porque son unos canallas, salvo que digan "qué canalla fui haciendo eso". Pero no lo dirán. Ni pretendo yo que lo digan ni se va a producir. En consecuencia, yo tengo rencor para decir que son unos canallas. Lo digo en mis memorias [Fe de vida, Tusquets]: el mal absoluto se advierte en esos obreros de Beasain que tuvieron tantos meses en un agujero a Ortega Lara, y estaban dispuestos a abandonarlo, y que se muriera. Cuando los cogieron y los juzgaron se reían. Por qué renunciar al rencor hacia una gente que tiene una mente tan despiadada, que ha actuado con tanta maldad.

P. Difícil de extirpar el rencor.

R. No hace falta extirparlo, construiremos la sociedad como si no hubiese habido estas acciones canallescas. Vamos a hablar las cosas claras. Para mí, Otegi y Permach no diré que están al mismo nivel, pero son también unos canallas. Habrá que construir la sociedad con ellos, pero son unos canallas.

P. ¿Se construirá con ellos?

R. Si aceptan ahora abandonar la lucha armada y se quieren constituir en un partido político, claro que habrá que construir la sociedad con ellos. Y tienen causas pendientes, y ya veremos cómo funciona la justicia. Pero claro que habrá que contar con esa gente, no vamos a extirparlos de la sociedad.

P. Usted dice que ha habido "muchas generaciones atemorizadas". Será difícil reconstruir sobre esa base.

R. Una vez hayan quedado vencidos los atemorizadores o sus cómplices, se podrá elaborar el futuro. Nuestra sociedad no se debe sostener sobre héroes, ni siquiera sobre valientes, sino sobre objetivos que marcan la dignidad del hombre y sobre prácticas de decencia.

P. Menuda tarea.

R. Hemos ganado mucho estos últimos días. Y seguiremos ganando.

José Ramón Recalde, en el puerto de San Sebastián.
José Ramón Recalde, en el puerto de San Sebastián.JESÚS URIARTE

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