'Autoindefinits'
El presidente de la Generalitat, Francesc Camps, ha cursado esta semana visita oficial a Florida (Estados Unidos), donde ha explicado al hermano del presidente Bush lo mejor de nuestra casa. Jeb Bush y compañía han quedado prendados de nuestras virtudes. En esta misma semana, misiones comerciales valencianas están por Chicago, Miami y China. Y la empresa Marina d'Or ha inaugurado una importante oficina comercial en Londres, para vender a los ingleses apartamentos construidos en Oropesa (Castellón). Y por lo visto debemos tener buenas referencias como marca, porque todos vuelven con las maletas llenas de pedidos.
Sin embargo, a los que vivimos aquí, nos da la sensación de que estamos en un largo y negro túnel, sin identidad y con unos productos que no están ni para ofrecer en el Rastro. Nos sentimos desdibujados. Sean cuáles sean los datos de la balanza de pagos, nos da la sensación de que lo que vendemos no vale un euro. Por aclararnos un detalle más popular. Nuestra película sigue siendo El Virgo de Visanteta, que en 1978 dirigió Vicente Escribá, y no el Tirant lo Blanch que acaba de estrenar Vicente Aranda. Por eso donde mejor nos representamos es en el exitoso programa de Canal 9 Autoindefinitis.
¿Cuál es nuestra marca? La comercial y la política, porque las dos cosas son importantes. La gente compra en Zara lo que sea. No busca un producto. Va a Zara. ¿Cuál es nuestra marca? ¿Qué vendemos? ¿El paraíso que el presidente Camps ofrece en Florida o el infierno de especuladores y corruptos que sufrimos en nuestras carnes? ¿Queremos ser la California de Europa (Silicón Valey, alta tecnología, valor añadido, etc.) o la Florida de los jubilados europeos? Y cualquier alternativa es mejor que la otra.
La marca es ahora muy importante. Si hacemos caso a los rumores (siempre son previos a la noticia) que corren por la corte la crisis de gobierno de ayer es la antesala de las elecciones generales para el próximo otoño. ¿Por qué? Pues porque los estrategas del PSOE piensan que será el mejor momento de la mejor marca que tienen: Zapatero. Recién arreglado lo de ETA y antes de que estalle la bronca con los suyos que llevará la firma del Estatuto vasco o el cumplimiento de las condiciones del acuerdo con la banda, hay que poner la marca en rentabilidad política. Ahí está el gran papel futuro del Riquelme del PSOE: Rubalcaba. Además, Zapatero responde cada vez más a lo que Vicente Verdú define como "sobjetos", que son la resultante de un cruce entre mentalidad y emoción. Los hábitos de consumo también llegan a la política. El republicanismo de Zapatero es el de Philip Pettit, no el de Azaña, que era de derechas. Y las tesis de Pettit son las que quieren consumir los españoles. Tienen el sello de la modernidad. Pero eso no lo entienden en el PP. Por eso a veces incluso me imagino a qué marcas huelen los políticos. O a qué tendencia comercial representan. Zapatero sería Zara o El Corte Inglés y Rajoy Galerias Preciados o Cortefiel.
Nuestra marca por ahí fuera incluye hasta un imperio de los sentidos que fideliza clientes. Cosa impensable desde aquí. Hay millones de fondos de inversiones dispuestos a invertir en nuestra costa, mientras nosotros despreciamos su valor y la consideramos deteriorada. En la Bolsa, esta misma semana, un fondo de inversiones en apartamentos en la costa mediterránea ha registrado crecimientos récord. Y el Banco Sabadell hizo hace unos días una especie de OPA amistosa y discreta, demostrando su interés por comprar el Banco de Valencia. Les gusta la marca. Pero nosotros no creemos en ella. Es como en el fútbol. Fernando Roig se cree lo que está haciendo su Villarreal en la Champions, mientras los clásicos del deporte valenciano lo suman a la conjunción de los astros. Roig está haciendo marca y en sus cuentas futboleras y económicas tiene el resultado. Otra empresa valenciana, Llanera, también hace marca. Sólo hace marca, porque muchos se preguntan qué vende, pero el valor de su marca crece día tras día. Venden Llanera. Son el "sobjeto".
Probablemente esa dualidad de imágenes contradictorias en nuestra marca procede del desprecio que gran parte de la clase dirigente de la Comunidad Valenciana tiene sobre el valor del "sobjeto". Unos proceden de Marcuse y otros de Escrivá de Balaguer, pero todos ellos desprecian la cuestión mercantil. En las cátedras de economía de las universidades valencianas todavía consideran que el consumo no forma parte de la estructura económica. Y los políticos sólo se fían de las encuestas, sin darse cuenta de que las marcas que ofrecen no tienen interés para el ciudadano. ¿Alguno de esos importantes partidos se ha dado cuenta de que el mundo ha cambiado tanto que esas encuestas por teléfono no sirven para nada? Las encuestas son a los teléfonos fijos, pues hay que pensar quién coge el teléfono fijo en cada casa. Ese perfil de ciudadano es el que encuestan y de ahí deducen la marca que han de vender. El Virgo de Visanteta o Tirant lo Blanch.
La producción de ideas también forma parte del mercado. Por eso la marca Zapatero es más eficaz en estos momentos que la marca PSOE. Y por eso la marca PSOE es más importante en la Comunidad Valenciana que la marca Joan Ignasi Pla. La marca identifica lo que la gente quiere. La cuestión es dotar de contenido a esa marca. ¿Alguien tiene claro aquí cuál es nuestra marca? ¿Sol y playa? ¿I+D+i? ¿Naturaleza? ¿Paraíso? ¿El infierno de la especulación? ¿Naranjas? ¿Orihuela y Medina? Todo es muy confuso. Hasta los del mismo bando no se aclaran. Benjamín Muñoz va por un lado y Juan Cámara por el otro.
Al final da la sensación de que mientras las ideas también se ponen sobre el mostrador en otros lugares, aquí mucha gente anda pensando que no tenemos nada que vender. Obviamente no piensan lo mismo Camps y esas misiones comerciales. Por eso a unos les va bien y otros históricos están despidiendo personal. En algún momento Lladró o Lois dejaron de creer en sus marcas, mientras Bañuelos (Astroc), por ejemplo, cree que puede ser Rockefeller. Como Bono, que no cree en la marca Zapatero y se ha ido que no lo han tirado. O Pla, que tiene dudas hasta con su propia sombra. Por eso somos unos autoindefinits.
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