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Los escritores reunidos en Cáceres rechazan la lectura como mero entretenimiento

Los expertos reivindican la función de la familia en el aprendizaje y la figura del lector creador

El I Congreso Nacional de la Lectura se inauguró ayer en Cáceres con tres conclusiones claras: el rechazo frontal a la lectura como puro entretenimiento, la función imprescindible del entorno familiar en el aprendizaje de los más pequeños en el arte de leer y la reivindicación de la figura del lector como creador. Los participantes, lectores compulsivos, hablaron desde puntos de vista muy diferentes pero que coincidieron en lo esencial: desde Nélida Piñon, que en su conferencia inaugural trascendió su propia experiencia a los conceptos más universales, a Alberto Manguel, ponente de la mesa sobre Lectura y creación, el más duro; Luis Mateo Díez, Luis Landero, Ángeles Caso y Gustavo Martín Garzo.

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Les escucharon con mucha atención los más de 400 asistentes, llegados de toda España y también de Portugal, que llenaron la sala de actos del Complejo Cultural San Francisco, gótico tardío y renacentista, que no desmerece el espléndido conjunto monumental cacereño. El día absolutamente primaveral, en el que se pasó alternativamente del sol al chaparrón y del chaparrón al sol, acompañó esta primera jornada en la que fue palpable el interés de educadores, bibliotecarios, estudiantes, gestores culturales.

Manguel (1948), ciudadano canadiense nacido en Buenos Aires, habló sin concesiones. Partió de dos personajes, uno de ficción, Alicia (Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll), y de otro de carne y hueso, el azteca Moctezuma, para denunciar la mercantilización de la cultura y la banalización de la lectura.Bertrand Russell, dijo, a sus 90 años decía que toda su vida había oído que el hombre es un animal racional, pero que él no había encontrado pruebas. "El mundo de Alicia es la afirmación de estas palabras". En 1520, Moctezuma accedió a entregar al conquistador Hernán Cortés el vasto tesoro azteca. Cortés encargó que los preciosos objetos fueran convertidos en lingotes de oro. "Para Cortés, el valor de una obra era inferior al material en que estaba hecha". "El concepto del valor del Sombrero Loco (uno de los personajes de Alicia) es el valor monetario".

"¿Y qué tiene que ver esto con la lectura?", se preguntó el escritor. "Pues que la lectura permite, a veces, la locura del mundo, de naturaleza ininteligible, que sigue una carrera hacia el precipicio. Sabemos que las palabras que están en los libros no alcanzan para comprender del todo. Pero con lo mejor del lenguaje podemos atrapar esa locura a través de observaciones lúcidas".

La brasileña Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937) conquistó a los oyentes con su discurso, La epopeya de la lectora Nélida. "Nací escritora, nací lectora". A lo largo de toda su conferencia fue mezclando su aventura como lectora, que la llevó a descubrir mundos alejados de la familia y la vida cotidiana, hasta convertirse en escritora, y fue recordando el papel fundamental que tuvieron sus padres en este viaje. "Tuve mucha suerte con ellos. Generosos y liberales, me dieron el privilegio de leer lo que oscilaba entre lo superfluo y lo esencial, de convivir con las materias que necesariamente corrompen y engrandecen la imaginación humana". Su madre fue para ella como una Scherezade de Las mil y una noches que, además, le inculcó la pasión por las palabras y el lenguaje. Su padre le abrió una cuenta en una librería.

Y en esta línea siguieron los escritores que intervinieron en la mesa sobre Lectura y creación, moderada por el crítico Manuel Rodríguez Rivero, que lanzó un reto provocador. "La ministra de Cultura, Carmen Calvo, afirmó que a finales de este año habrá un 58% de españoles lectores. Es apabullante. En 1986, el índice de lectura era del 28%. No sé si podemos echar las campanas al vuelo pero, quizá, la calidad y las condiciones de esa lectura nos permitan examinar algunos tópicos. Por ejemplo, eso que tanto se dice de que leer es un placer, para contrarrestar el sex appeal de la pantalla del televisor, del videojuego, del chat". La lectura, concluyó, es algo más que un placer.

Los autores recogieron el guante. "No hay que leer porque sea diver. No hay que bajar el listón. Todos los placeres de la vida son costosos", dijo Mateo Díez. "Una consejera de Educación ha calificado como antididáctico que a un chico de 12 o 13 años se le dé a leer La metamorfosis, de Kafka. ¡Yo lo leí a esa edad! Yo lo leí a esa edad y quizá no lo comprendí del todo, me costó esfuerzo y una perturbación total". "La lectura es una herramienta indispensable de conocimiento. Ayuda a escapar de la rutina mental, de los tópicos. La soberanía de la soledad nos estimula la imaginación, es algo más que entretenimiento. O la lectura nos arrebata y nos crea una revolución interior o es falsearla", añadió Landero, que rechazó una "sociedad infantilizada" que invita a la lectura como algo meramente lúdico. "Se dice con entusiasmo esta noche hay fútbol o mañana hay paella, pero ¿hay alguien que se frote las manos y diga esta noche toca Unamuno?". Para Martín Garzo, "la literatura infantil no debe ser complaciente", como no lo son Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas, el cuento de Hansel y Gretel, La Bella Durmiente o La Cenicienta.

Alberto Manguel, durante su intervención en el I Congreso Nacional de la Lectura, que se celebra en Cáceres.
Alberto Manguel, durante su intervención en el I Congreso Nacional de la Lectura, que se celebra en Cáceres.EFE

Historias contadas

Todos los participantes en la mesa sobre Lectura y creación estuvieron de acuerdo en que el entorno en que crecieron fue fundamental para convertirles en lectores. Ángeles Caso recordó que su padre les permitió siempre leer todo cuanto había en su biblioteca y que contaba cuentos en los que "aparecían el caballo Rocinante o un guerrero griego que trataba de volver a casa". Para Mateo Díez, fueron las historias que se contaban de noche en reuniones de vecinos y los maestros que mantenían la herencia de la Institución Libre de Enseñanza. "Nos leían en las aulas una hora y media o dos diarias. Yo escuché el Quijote antes de leerlo. Recomiendo dos horas; no, tres horas diarias de lectura en clase". Martín Garzo aún mantiene viva la imagen de su madre, abstraída, leyendo, cuando él tenía seis años. Hubo asimismo unanimidad en la importancia del lector creador. Lo dijo Mateo Díez y todos estuvieron de acuerdo. "Leer es escribir. Como lector creador, yo soy Dostoievski y Crimen y castigo es mía". "El Quijote ya no es de Cervantes", afirmó Landero, "millones de lectores lo han enriquecido".

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